Palencia es una emoción:

24 mayo 2011

La princesa Catalina

Me proponía desintoxicarme de tanto politiqueo, tanta votación y tanta acampada en las puertas del sol de toda España y dejar pasar esta jornada sin echar los dedos a las teclas del ordenador. Además el calor aprieta por primera vez y me apetecía poner las piernas en la silla de enfrente y tomarme un sanfrancisco king size para pasarme la tarde mirando al cielo.

Pero hete aquí, oh, milagro, que me he topado con la foto que ustedes ven aquí y se me ha ocurrido que puesto a relajarme igual puedo hacerlo con sanfrancisco que sin sanfrancisco, sin ordenador que echándole un tiento a las figuras de la princesa Catalina de Cambridge y de la señora Obama.
 
Lo primero que quiero es confesar que el otro día no me atreví a escribir en tweeter o en Facebook una chorradilla al respecto del viaje de los Obama por si parecía racista. El caso es que Mister Obama debe tener, a pesar de las negras apariencias, algún antepasado irlandés y se fue a su pueblo a tomarse una cerveza guiness. En la foto aparecía empuñando el vaso y llevándolo a su boca. A mí se me ocurrió pensar que no se sabía donde empezaba la cerveza y donde acaba Obama pero me lo callé por aquello de la ultracorrección, qué le vamos a hacer.

Eso fue el otro día. En la foto que aparece hoy en los periódicos están la señora Obama y la princesita Catalina de cómoda cháchara en un palacio de Inglaterra que quita el hipo, así que yo he traicionado el agradable sabor del sanfrancisco para decirles a ustedes que la tal Catalina me parece un poco vulgar de aspecto y ustedes perdonen si ofendo, lo digo sólo por desengrasar todos los comentarios de los días pasados, ya he avisado al comienzo.

Ni vestida de blanco nupcial, llena de glamour y carísimas tiaras, rodeada de monárquico resplandor, esta chica tiene aire de princesa. La grosería de sus rasgos faciales denota lo bajo que está cayendo el buen gusto entre la familia real inglesa. Y no me hagan ustedes comparaciones con las princesas españolas que no quiero que se me eche encima la brigada político social de franquista recuerdo.

Esta mujer revestida de trajes caros y perfumes exquisitos puede pasar su vulgar mirada por la de alguien noble y elevado pero si hubiera tenido otros padres y otros contactos lo que mejor le quedaría sería un uniforme de cajera del Carrefour de aquí al lado. La posición de sus manos, la sonrisa de cartón piedra y la mirada de hielo denotan que ha aprendido un modoso y artificial lenguaje gestual, como le pasó a su fallecida suegra, con el que exteriorizar una actitud propia de una reina aunque en el fondo no es sino como las chachas que sentadas todas las tardes en el banco que hay bajo mi balcón se dedican a despellejar a sus señoritos cuando creen que nadie les escucha.

A su lado y vestida de bandera de república bananera la señora Obama parece un dibujo de Picasso en tonos pastel. Afortunadamente se nos presenta de perfil y disimula su retaguardia, que cuando vino de holydays a España decían las malas lenguas que quiso comprarse un pantalón y acabó con toda la producción de paño de España.

Miren, hoy me he ahorrado la bodega para relajarme y desintoxicarme. Qué a gustito me he quedado, oigan.

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