Sabido es de todos los españoles lo agradecidos que debemos estar a los partidos nacionalistas, ésos que cobran en sangre cada apoyo que prestan al gobierno central, al gobierno que se supone es de todos, que debe pensar por y para todos los españoles. Sin ellos no habría habido estabilidad en determinados momentos, cierto, lo que señala el grave peligro de contar con dos partidos incompetentes e incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos por el bien de España.
Esa estabilidad se cobra en cesiones de impuestos, en legislación favorable para algunas regiones y en primacía política, económica y social de algunos españoles por el privilegio de haber nacido en regiones con partidos nacionalistas fuertes. El caso claro del País Vasco y Cataluña, privilegiados rincones de España, cuyos políticos han hecho de la extorsión y de la amenaza de escisión una manera de sacar prebendas con la que sojuzgarnos a los demás.
Debemos estar acostumbrados, con Franco ya pasaba y se instalaban altos hornos donde no había minas de carbón o fábricas de coches de marca española donde no había mano de obra. La conclusión de todo ello ha sido la emigración de millones de castellanos, el empobrecimiento y envejecimiento hasta la casi desaparición de nuestros pueblos.
En una vuelta de tuerca más el Gobierno de Zapatero (no me olvido de Aznar hablando catalán en la intimidad cuando le convino por un puñado de votos) se empeña en obligarme a escribir y hablar de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia. Todo ello como pago a los apoyos reiterados del PNV, apoyos que por cierto conllevaban el mindundeo del partido socialista vasco y coexisten con insultos a España como el que acaba de pronunciar Íñigo Urkullu sobre lo perjudicial que les resulta a los vascos la “marca” España.
Estamos en sus manos, a su disposición, ya no sólo determinan qué leyes deben aprobarse, cuándo y cómo, no sólo determinan qué presupuestos deben aprobarse y con qué partidas determinadas. Ahora también quieren obligarme a mí a hablar vasco porque a ellos les conviene. Y eso ya no, por ahí no paso, yo hablo lo que me da la gana y cuando me da la gana.
Que se vaya, que se vaya cuanto antes este gobierno de incapaces, como las cosas nos vayan económicamente tan mal como se prevé la señora Merkel tendrá que echarnos una mano y entonces se puede empeñar en hacernos aprender alemán. Con lo difícil que es decir München.
..............................................................................................................
..............................................................................................................
Espoleado por comentarios de mis amigos de facebook y twitter he de añadir que la misma España que me impone decir Araba o Lleida es la que pretende robarme mi idoma y llamarlo español. Mi idioma nació en Valpuesta, en tierras de lo que hoy se considera provincia de Burgos, por lo tanto se llama castellano y es tan español como el vasco, el catalán o el gallego. No considerarlos españoles es despreciarlos a la par que darle armas a mujer tan despectiva, clasista y racista, al menos culturalmente hablando, como Marta Ferrusola. No se habla español, se habla castellano y la bandera que junto a él debe aparecer es la de Castilla, no la de España, que engloba a todos los anteriores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario