Miren, hoy he tenido un día
agotador. Debería irme a la cama y olvidarme de la actualidad, pero no puedo.
Prefiero quedarme y decirles que España me da grima. Quizá expulsando lo que
llevo dentro se calmen mis neuronas.
Si alguien sabe envolvernos caca de la vaca en un papel de caramelo y
vendérnoslo a precio de oro es José Luis Moreno. Multimillonario que empezó con
unos muñecos de cartón y enseguida los cambió por… por nosotros. Somos más manejables
y le damos menos problemas y más dinero.
España me da grima cuando sale
este señor en La Noria (tranquis, no lo he visto, sólo leo los periódicos) a
defender la telebasura como algo aceptable, argumentando que la telebasura
sirve para distraer a la gente de sus problemas. ¿Pero no teníamos el fútbol
para eso?
España me da grima porque nos
gusta la telebasura, la prensabasura y la Internetbasura. Me pregunto si no
votamos basura en urnas basura. Me pregunto si España no es basura, si usted no
es basura, si yo, sobre todo yo, no soy basura. España me da grima porque llevamos
a las portadas de algunos medios de comunicación que a un señor famoso le han
pillado en una playa “soplándosela” a su novio. Soy tan troglodita que no sé si
los señores pueden tener novio mientras toda España está solazándose con
absoluta naturalidad con las fotos de este flautazo público.
Naturalidad… Oiga, ¿pero estas
cosas no se hacían en privado porque eran privadas? Yo me quedé en los tiempos
en que estas cosas no se comentaban en público porque eran privadas, además de
sucias y un mal ejemplo social. Sí, ya ven que no evoluciono con España, por
eso me da grima, porque no acepto que todo vale y que todo es admisible, porque
no creo que tener relaciones homo o heterosexuales en público deba ser debatido
en público, en las mismas portadas que anuncian los éxitos de Rafa Nadal, la
ausencia de Zapa en Rodiezmo o la carta con faltas que algún avezado
funcionario le escribió a Esperanza Aguirre.
Soy tan atrasado respecto a esta
avanzada España que pienso que hay cosas que no deberían ser, pero ya puestos a
que sean a lo mejor conviene tratarlas, no estoy hablando de ocultarlas, con más
decencia, con tanto respeto como crítica, sin servir de pregonero, estímulo y
altavoz a una conducta manifiestamente reprobable.
Por eso España me da grima,
porque le vale todo, porque no discrimina valores, porque la inteligencia, la
cultura, el saber o el trabajar para progresar han perdido el aprecio popular. Entiendan
esto de “popular” como referencia a las capas medias de nuestra sociedad, ésas
cuya máxima aspiración era que el hijo fuese funcionario de catastros o si
había suerte fuese a la Universidad.
Esas clases medias prefieren
ahora que su hija se parezca a Belén Esteban y su hijo a Paquirrín; esas capas
populares prefieren ahora que sus vástagos triunfen en Gran Hermano en vez de
preferir que sean toreros, futbolistas u ordenanzas en un banco. Esa clase
social, empobrecida por la crisis, entontecida por la televisión y anestesiada
por los partidos tanto como lo estaba por el capitalismo salvaje de principios
del siglo XX, considera de la manera más torpe y acrítica posible que una
felación pública y homosexual es tan normal y aceptable como ir al híper del
barrio a principios de mes, con el sueldito recién ingresado en la cartilla; esa clase social, que antaño
hablaba en el bar de los goles de Amancio y que hoy debería hablar de Messi,
prefiere hablar de Antonio Canales que, méritos artísticos aparte, destaca hoy
por su conducta descarada y amoral.
Sin embargo en España está bien
visto, da igual, no importa. Por eso España me da grima, ustedes disculpen.
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