Occidente,
nosotros, nunca ha sabido qué hacer con los países islámicos. Con el Islam. Ha
mantenido y mantiene gobiernos títeres, apestosos dictadores teócratas porque
le son favorables, nos venden petróleo y nos dejan bases militares para
nuestros soldados. La ley que vale para nosotros, la democracia, no vale para
los países árabes si nos resulta rentable.
A
Gadafi le hemos temido y protegido. Atacado y defendido. Alternativamente.
Cuando nos convenía. ¿Alguien ha contado en cuantos jardines gubernamentales ha
plantado su jaima? ¿Alguien ha contado cuántos líderes mundiales han estrechado
encantadísimos de la vida sus manos asesinas? Y sólo cuando nos ha convenido le
hemos dejado caer. No, perdón, cuando nos ha convenido le hemos atacado,
defenestrado y permitido que le aplicaran la ley del Oeste más salvaje,
atrasada e incivilizada. Cuando nos ha convenido, cuando hemos visto que nos convenía más apoyar a aquellos a los que antes perseguía con saña.
El
cinismo de Occidente tiene un tamaño mayor que el agujero de ozono. De pronto
descubrimos que en Egipto había una dictadura... pero su partido máximo
representante formaba parte de una internacional sin que a sus miembros se les
cayera la cara de vergüenza ¿Cuándo nos interesará derribar al rey de Arabia?
¡Que se vaya preparando!
El
Gobierno de Transición de Libia ya ha avisado de que la sharia será la fuente
de la que mane la nueva legislación del país. Islamismo. Veremos en qué punto
de radicalismo, tiempo al tiempo. A Europa y EEU se les debe estar poniendo
cara de estúpidos después de ayudar al islamismo a gobernar otro país más.
Luego nos quejaremos pero puede ser tarde. Memos.
¿Religión,
islámica, por supuesto, para regir la ley civil de un país? ¿Y la laicidad que
preconiza todo Occidente, desde la derecha extrema hasta la izquierda cerril?
La espiritualidad armada de radicalismo e intransigencia religiosa controlará
el mundo, esperemos no llegar a tiempo. Occidente, payaso capitalista y
epicúreo, se irá por el desagüe del materialismo, de las conveniencias
momentáneas y de su cortedad de miras.
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