Hoy he visto entrar en misa a un conocido representante de la derecha local. Le he visto perfectamente vestido, escrupulosamente peinado, cuidadosamente enjoyado. Luego ha ido a comulgar. Vi en él la derecha de siempre, la que ha sido la más tradicional imagen de la derecha española. No se vea en mis palabras crítica sino el relato de un hecho objetivo y la percepción subjetiva que me ha trasmitido. El personaje es vecino mío, me resulta amistoso y hace tiempo que dejó sus cargos políticos y su vida pública.
Después, mientras me tomaba un vermú en el bar de la esquina pensé en los políticos españoles en general. Me acordé de Felipe González, tan amigo de multimillonarios, de los más grandes ricachones del planeta. Y me pregunté cómo casaban ideología y vivencias cotidianas. ¿Esos multimillonarios no son explotadores de los obreros? Se me fue la cabeza a Zapatero, tan extremista como empezó su mandato, tan radical, y sin embargo montándose un casoplón en una urbanización de señoritos de León. Y que mientras espera la finalización de las obras vivirá en otra urbanización de súper ricos, pagando 3000 euros mensuales de alquiler, teniendo como vecino a Ruiz Mateos, por ejemplo. El último obrero desapareció del lugar el día que se entregaron las obras.
Quizá fuese efecto del martini, les juro que no pasé de uno, pero inmediatamente se me borró todo eso de la mente y me vino la ministra Sinde a okuparme la cabeza. Roja, rojísima, ha anulado la reserva de un hotel en Moscú para pasarse a otro que costaba el doble. Que si quieres socialismo toma dos tazas, joé. Tres. Acabo la mañana aterido de frío, la niebla se ha adueñado de mi ciudad, y volviendo a casa hablando solo sobre la coherencia y sus consecuencias. O sobre la incoherencia, no recuerdo.
Si por la derecha capitalista fuera seguiríamos trabajando doce horas diarias, siete días a la semana; si por la derecha tradicional fuera las mujeres seguirían en casa, atadas a la pata de la mesa. Necesitamos de manera imprescindible un contra poder, una izquierda que nivele la situación y controle los excesos del capitalismo pedestre. Pero ese contrapoder no es la izquierda actual, megalómana, absolutista e ineficaz, y a veces radical, que se cree descender de la pata del Cid, autoconvencida de poseer una dignidad y altura de miras de la que supuestamente carece la derecha, esta izquierda no representa las libertades, a los obreros y la justicia social.
La izquierda debe reinventarse, dejar atrás sus fanatismos, sus dependencias decimonónicas, sus demonios tradicionales. La izquierda necesita el contrapeso de la derecha para no llevarnos a sus infiernos habituales. La izquierda, qué lejos estoy yo de poder aconsejar, debería fijarse más directamente en su público y tomando ejemplo de él atender a sus necesidades, limitaciones y carencias. ¿A qué obrero ha mirado a los ojos Izquierda Unida para ofrecerse a los filoterroristas vascos, aquellos que apoyan la destrucción de España, para formar grupo parlamentario? ¿Qué obrero español piensa que la defensa de sus derechos y libertades pasa por apoyar a aquellos de homenajean a asesinos, terroristas y leninistas (si hay algo peor que un fascista es un leninista, ambos desean lo mismo para la democracia), enemigos de las libertades y del derecho a la vida? Claro, la tentación es decir que por ahí van los tiros (perdón) de la democracia comunista.
La izquierda actual, lejos de modificar la sociedad, se limita a acciones escaparate de las que hace su banderín para exhibir, quedándose en la cáscara de fantasmadas de relumbrón, fabricando titulares infantiles, dirigidas casi con exclusividad a los adeptos más ciegos que creen trasformar el mundo: Según el gobierno andaluz es sexista y por lo tanto facha, rechazable y criticable decir “andaluces”, lo socialista, lo progresista, lo izquierdista es decir “la población andaluza”. ¿Si la derecha siempre ha sido como es y la izquierda no sabe ser de otra forma no tiene fácil explicación que el mundo sea tan penoso como es?
1 comentario:
Interesante reflexión y mucho mas frecuente sentir del que debieramos tener si no queremos perder el tiempo como Quijotes.
Ni derecha, ni izquierda. Libertades e igualdad de derechos son incompatibles con ambas ideologias y estamos en el siglo XXI.
Que no se reinventen, que simplemente desaparezcan
Publicar un comentario