Palencia es una emoción:

04 marzo 2012

Cuando la ley impide educar a nuestros hijos


Cuando la Guardia Civil, siguiendo el protocolo que tiene encomendado detiene a unos padres por castigar a su hija es muestra fehaciente de que algo grave pasa a la sociedad, de que el mal se ha hecho dueño de ella y de que se ha dado un paso más hacia el derrumbe moral de este mundo.

Hemos progresado mucho materialmente; a pesar de la crisis y su enorme cola de parados la sociedad española es una sociedad avanzada en la que el bienestar material está ampliamente extendido, las leyes protegen y reconocen derechos que en otro tiempo no lo fueron y los más débiles tienen el amparo de las instituciones.

Sin embargo en ese imparable avance material hemos dejado atrás sin perturbarnos grandes valores que tal vez deberían ser permanentes. Sociedades mucho más atrasadas económicamente que la nuestra los tienen como grandes valores inalterables. La familia, por ejemplo. La autoridad. Y dada la dirección en que nuestro mundo va me veo obligado a recordar al lector que no hablo de autoritarismo y que autoridad hay en todas las sociedades del mundo, desde las evolucionadas (de Europa o EEUU a Cuba y Corea del Norte) hasta las más primitivas. Tener que recordarlo para que a algún lector no le suenen todas las alarmas es  tan lamentable como significativo.

Sin duda la familia es una de las grandes perdedoras de esta evolución española. La laxitud de las relaciones internas o la permisividad moral de nuestra satisfecha sociedad (siempre que tengamos en cuenta que la actual crisis debe ser un paréntesis en una marcha hacia la opulencia) llevan nos llevan a sucesos como el de Jaén, con el que abría este artículo. No está el problema sólo en que una previsiblemente descarriada muchacha denuncie a sus padres (Los periódicos recordaban estos días otro caso en Lugo, en el que una joven denunciaba a sus padres porque además de pagarle la carrera “sólo” le proporcionaban 600€ al mes para mantenerse cuando ella exigía por vía judicial 800) sino en que el protocolo que la Guardia Civil siguió disciplinadamente llevara a la detención de los padres. Defendemos a los hijos que pueden ser maltratados, lo que es sano y positivo, pero ¿por fuerza eso debe llevar a degradar a los padres, su autoridad y la convivencia familiar? ¿No estamos mal de la cabeza, no estamos enfermos, no tenemos lo que nos merecemos?

Hemos perdido el norte, hemos perdido conceptos básicos que no hemos sabido trasmitir a nuestros hijos. Que la autoridad paterna sea fuente de discusión ajena al ámbito familiar, que se judicialicen las relaciones familiares es síntoma de decadencia social. Que los gobiernos tengan que regular asuntos como la corrección que las familias puedan ejercer sobre sus hijos es muestra de que muchas cosas están mal hechas en una sociedad que basa su progreso en tener dos coches, dos televisiones o en irse de vacaciones al Caribe y contarlo.

Que las familias tengan cada vez menos hijos, que la sociedad envejezca a pasos agigantados, que a esos ancianos (muy bien protegidos por el Estado ¿o no tan bien?) se los recluya en residencias, antiguamente llamadas asilos, porque los hijos no tengamos la capacidad de atenderlos, que el relevo generacional esté sólo garantizado por inmigrantes es consecuencia de que el relevo ético, moral y conceptual de la sociedad está hecho unos zorros. Eso sí, de desarrollo económico andamos bien. ¿O ahora ya ni eso podemos garantizar?

PD Que nuestros hijos conozcan tan clara, rotunda y contundentemente cuáles son sus derechos y que sólo tengan, en el más optimista de los casos, una idea somera de sus deberes es la guinda que adorna la tarta de la burrez social en que nos vemos envueltos. Claro que… si no somos nosotros, ¿quiénes son los culpables? Disfrutemos de la sociedad que hemos ¿construído? entre todos.

1 comentario:

Hester Goizueta dijo...

Otra vez de acuerdo. Es un tema que se habla mucho en casa. Mi padre se acaba de hacer un blog y creo que teneis muchas cosas en común. www.elcazadordekampa.blogspot.com

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