Espero, amigos lectores, que me disculpen la contradicción.
Como ya les he contado infinidad de veces, antes de dormir suelo escribir mi
artículo (casi) diario y voy a hacerlo sobre ese genio del teatro, esa inmortal
figura de las artes escénicas, ese comprometido ciudadano llamado Willy Toledo,
a pesar de que me había jurado no escribir más que de asuntos serios y
trascendentes pero dado que llevo un par de noches maldurmiendo hoy he querido
ponérmelo fácil y tomar un asuntillo ligero, facilón y muy trillado que me
conduzca suavemente a los brazos de Morfeo.
Sé que he dejado pasar demasiados días desde la huelga, sé
que debía haberme lanzado a tumba abierta antes de hoy pero… pero me daba pena
el pobrecillo. Son tantos los que han dado leña, son tantos los que le han
ridiculizado que he querido permitirle un tiempo de reposo antes de comunicar a
todos ustedes mi opinión sobre el buen hacer de este genio de malabarismo
demócrata.
Sea dicha la verdad, tampoco ha extrañado a nadie que este
genio de las libertades quisiera imponer su criterio a golpe de democracia a la
cubana. El “Aquí mando yo” no le debe ser ajeno a un personaje que entiende que
Cuba es el paraíso de la libertad, que Fidel Castro es un ejemplo de amor al
pueblo y que el obrero que no hace huelga cuando lo dicen los demás es porque
es un asqueroso capitalista… Incluidos inmigrantes peruanos que regentan un bar
populoso. Que el responsable del bar fuese inmigrante no sirvió de alerta sobre
la condición obrera al tal Willy. Y es que si trabajaba ese día tenía que ser
un asqueroso capitalista por cataplines. Que el inmigrante compaginase su bar
con un trabajo de peón tampoco sirvió para que el ¿señor? Toledo y su violenta
compañía dudasen de su condición de esbirro del capitalismo mundial.
El inmigrante sería inmigrante y peón, pero estaba trabajando
el día que el señor Toledo había convocado huelga y por eso necesitaba una
lección de libertad y democracia. Es más, en el caso de que el pobrico peón
inmigrante tuviese que trabajar para subsistir merecía ser rescatado… aunque no
quisiera. ¡Pues buenos son los demócratas que han mamado en Cuba el respeto por
los demás, por sus libertades y por sus derechos!
Las huelgas se imponen a fuego y sangre, a petardos e
insultos, con intimidación y amenazas a aquellos obreros que tengan la osadía
de oponerse a los designios del proletariado, como nos han dejado bien claro
los piquetes informativos en reiteradas
ocasiones. Ah, ¿que el obrero peruano también era proletario? ¿Que pertenecía a
la casta de los que dejan su país, su familia y su casa para ganarse la vida en
un lugar lejano y extraño? Sería un esquirol o un desclasado, por lo tanto se
merecía la visita intimidante de un grupo de concienciados obreros de
izquierdas para recordarle cómo se las gastan en Cuba con los disidentes. ¡Bien
hecho, Willy Toledo!
(Y ahora les ruego que me disculpen y se vayan sin hacer ruido,
me ha entrado un sopor tremendamente gratificante, ¡qué a gusto me he quedado!)
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