
Aún a la espera de la crítica caritativa que le dedicarán Público y Prisa, que harán hincapié en sus palabras y sus silencios durante la dictadura militar, me permito sonreír cascabeleramente al saber que le cae mal a Cristina Fernández. Si cae mal al poder civil hay más posibilidades de que sea un buen Papa. Si además rompe con tradiciones seculares al escoger llamarse Francisco... miel sobre hojuelas.
Que sea el primero en llevar ese nombre me hace esperar que sea también el primero en acosar a quienes abusan de los padres de familia trabajadores, que sea el primero en acosar a los pederastas, empezando por los sacerdotes que hayan caído en tan horrible pecado, el primero que se sume a las manifestaciones contra los desalojos, el primero que azote a los mercaderes que desde dentro o desde fuera de la Iglesia han convertido el mundo en un mercado persa en el que cada vez la valentía, la honradez y la ética valen menos.
Que sea miembro de una orden que pasó de aconsejar, confesar y proteger a los ricos y nobles a defender con su vida, obras, escritos y oraciones a los desheredados del mundo puede proporcionarle una visión diferente de los conflictos sociales y, si hubiera lugar, dejar de defender lo legal para defender lo lícito, que son cosas no tienen por qué coincidir.
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Esta imagen difundida en Twitter muestra al nuevo Papa viajando en metro |
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