Aprovechando la mañana del
domingo me he ido en mi bici (señor alcalde, carril pronto) hasta la plaza de
España a ver la bandera, la enorme bandera, que desde hace bien poco preside la
plaza. Y qué quieren que les diga, me ha gustado.
Los españoles somos los únicos
ciudadanos que llamamos facha al que se siente español y no lo oculta, en
cambio no nos duelen prendas al admitir como normal que un francés se sienta
orgulloso de ser francés o que un venezolano se sienta venezolano. Es
democrático sentirse patriota vasco o catalán pero es de fachas sentir lo mismo
por España. Cierta izquierda, nacionalista en Cataluña, nacionalista en el País
Vasco, tiene la culpa. Vale ser internacionalista, pero otra cosa es ser
antinacionalista… español. Cosa estúpida, digo.
El tamaño de la bandera, enorme a
mi parecer, no ha sido en esta ocasión motivo de disputa, como aquella bandera
de la plaza de Colón en Madrid. Ni el amor a la patria es el bálsamo de
Fierabrás ni descansa en la altura del mástil ni en los metros cuadrados de
paño rojigualda, en ningún país serio esto serviría de debate. Todos,
absolutamente todos los países, están orgullosos de su historia, de sus
símbolos y de sí mismos. Todos menos nosotros, pero es que estoy hablando como
he dicho de países serios. Sugiero a los memos darse una vuelta por ahí fuera,
un viajecito por Dinamarca, por Polonia… fachas todos ellos según esa medida.
Leo en twitter disquisiciones
republicanas al respecto, parece como si esta bandera representase a la
monarquía y no a España. No tengo ningún problema en aceptar la república (la
tercera -que llegará- no la segunda bis, que es lo que muchos persiguen) pero
habremos de estar de acuerdo en que si una bandera artificial hay es la que se
inventó para la república, falsamente basada en la bandera de Castilla, en la
revolución cuasi libertaria de los comuneros. Por cierto siguiendo el mismo
razonamiento cuando esa república llegue a la “Plaza de España” de todos los
pueblos habría que llamarla “Plaza de la república española”
Y no, la bandera de España y el
patriotismo no deben ser usados partidistamente ni pueden servir para envolver
en ellos apaños, latrocinios ni dislates ilegítimos. Se ha hecho, lo sé, pero
quién lo hace sólo se excusa en el matonismo patriotero, dando con ello armas a
esa cierta (insisto en el indefinido) izquierda bobalicona que ve la paja en el
ojo ajeno sin apercibirse de la viga en el propio.
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