Vamos a poner las cosas en su
sitio desde el principio para el que no quiera leer tome cuanto antes su decisión:
Soy católico, sí, de esas cuatro ratas de sacristía que vamos quedando y que
corremos gravísimo peligro de extinción, amenjesús. Y les voy a hablar de esos
curas granadinos que han despedazado la infancia y puede que gran parte de la
vida de dos de sus monaguillos, palabra de Dios. Y el que quiera dejar de leer
hará bien.
Sí, ya, claro, todavía no sabemos
si son culpables, hablaremos por lo tanto de presuntos pederastas, mientras el
juez se lo piensa, pero yo daría una euro por saber qué parte del Evangelio pasaba
por sus mentes cuando abusaban de estos chavales, qué parábola entretenía sus
pensamientos cuando se coordinaban para cometer sus fechorías, qué oraciones
bisbiseaban cuando por la noche se quedaban a oscuras en sus camas.
Quisiera saber qué dios marrano e
indecente tenían en su pecho cuando se levantaban de la cama y se dirigían a su
parroquia, quisiera saber qué pensaban de la Iglesia, de su mensaje y de la
misión que ellos habían aceptado de ella. Y a qué Dios elevaban sus oraciones.
Me gustaría que uno de ellos me dijera cómo piensan reparar el daño inmenso que
han hecho, primero a sus víctimas granadinas y luego a todos los católicos, a
todos los que formamos ecclesia.
Y me gustaría que se compararan
con los miles de curas que están ahora mismo combatiendo el cólera, el ébola o
simplemente la ignorancia, esos miles de curas que en África se han olvidado de
su familia, de sus posesiones y de la vida cómoda que los demás llevamos para
morir poco a poco entregados al mensaje evangélico. También quisiera que me
respondieran a por qué tres curas delincuentes causan más perjuicio a la labor
de la Iglesia que tres mil entregados a los demás…
Y no se me olvida enviar un
recuerdo al arzobispo que no supo reaccionar, que tuvo que ser empujado por el propio
Papa para mover un dedo…
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