Palencia es una emoción:

11 noviembre 2014

Mariano, estás despedido

Finalizada la payasada de Cataluña –payasada pero eficacísima para los planes perseguidos- tocaría recomponer la figura, apretarse los machos y retomar las riendas de la nación. Pero Rajoy está, nuevamente, desaparecido. Ni está ni se le espera. España te echa de menos, Mariano, aparécete.

Rajoy ha completada la tarea que iniciaron Aznar –pactado sus intereses a cambio de los de Pujol- y el inútil de León, ese al que se le calentó la boca y prometió aceptar el estatuto que saliese –y como saliese- del Parlament Catalá. Y la ha completado permitiendo estultamente el adoctrinamiento de la sociedad catalana a través de los medios de comunicación públicos y privados, así como a través de la Educación con la que la Generalitat alimentaba s sus corderos.

Nada ha hecho Rajoy en este asunto salvo consentir y callar. Qué pocas veces se le ha visto al mando de la situación, siempre yendo a remolque del catalanismo, siempre carente de iniciativa y de reflejos. España es así porque pobres personajes como él lo han permitido o facilitado. Cuánto habríamos dado los españoles por verle con aptitudes de gobierno, al frente de la tripulación, en el puente de mando. ¿Le recuerda usted contrarrestando la torpe astucia de Artur Mas?

Toca ponerse al frente, Señor Rajoy (Ahora que lo pienso, ¿no sería más adecuado llamarle “señor Mariano”?) y usted calla empecinadamente. Y otorga empecinadamente. Le necesitábamos al pie del cañón, pero es evidente que debe tener tareas mucho más importantes y atractivas que dirigir España.

Nos van a reformar la constitución porque no les vale a los catalanistas. La misma que fue masivamente aprobada por ellos es ahora mindundeada y ya no vale. A los nacionalistas catalanes –que tienen un estatuto privilegiado, al que los humanos no llegamos- nunca les valió que los demás tuviésemos las mismas oportunidades, siempre han querido privilegios, ventajas. Por eso cada vez sus demandas iban subiendo de tono cada vez que alguien necesitaba sus votos o cada vez que se reformaba un estatuto ellos empezaban a sentirse incómodos. Hoy los catalanistas son ese vecino  incómodo que llega de madrugada haciendo ruido o que tiene la radio, la música y la tele a la vez y a un volumen insoportable. Observe el lector despistado que digo “los catalanistas”.


Finalizada la payasada de Cataluña tocaría recomponer la figura, apretarse los machos y retomar las riendas de la nación. Necesitamos un presidente de Gobierno que esté en su sitio (o simplemente que esté), que trasmita sensación de seguridad, de dominio y conocimiento del problema, que sepa gobernar y lo demuestre. Mariano, estás despedido.

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