Palencia es una emoción:

13 octubre 2015

Mecagüen Willy Toledo

Según tenga el día, según en qué España piense, España me puede dar pena o me puede hacer sentir orgulloso. Si pienso en los políticos que se han llenado los bolsillos estafándonos, aprovechándose de nuestro voto, rompo a llorar. Si pienso en los políticos que piensan que España no tiene motivo para estar orgullosa de su historia, me dan ganas de llorar.

Solo los países menos presentes en la marcha general de la Humanidad, pongamos Islandia, Andorra o Haití, pueden no encontrar motivos de vergüenza en su historia. Pongamos ejemplos de países poderosos, EEUU, Rusia, Alemania. ¿No hay en ellos, en su historia, razones poderosísimas para avergonzarse y cerrar los ojos? Si hablamos de países antiquísimos, España por ejemplo, los motivos se alargan a través de los siglos. Y sin embargo todos los países celebran su día, su fiesta nacional. Porque todos tienen al mismo tiempo motivos de orgullo.

Pero es solo una parte mema de la izquierda española, esto no pasa en Inglaterra o en EEUU, la que se encabrona por la celebración del 12 de octubre, protesta, se queja y ofende al país, a los paisanos y a las instituciones. Cierta izquierda española no tiene parangón en el mundo entero, es profundamente rastrera y mentecata. Protestan contra el doce de octubre, como protestarían contra el dos de mayo o el día de la batalla de las Navas de Tolosa. Es una izquierda sin igual, sin que en el mundo se pueda encontrar otro ejemplo similar, miren ustedes donde quieran. Es la única izquierda antipatriótica y antinacionalista que existe en el mapa. Cuánto tienen que aprender de la izquierda griega, por ejemplo.

Está claro que la historia de España está llena de luces y de sombras. No somos angelitos. No hay ningún país que no tenga de qué arrepentirse. En la conquista de América se cometieron grandes desvaríos y grandes aciertos. Civilizamos a los indios que se arrancaban el corazón latiendo, les dimos derechos (no se les podía esclavizar pues eran ciudadanos de Castilla) y universidades. Claro, claro, también les robamos. ¿Pedimos a Italia que nos devuelva la plata que se llevaron los romanos de las Médulas? Y les contagiamos la gripe, sí. En una época en que no existía la medicina, en una época en que no se sabía las consecuencias que ese contagio podía tener. Aplicar al siglo XV los conceptos éticos o morales del siglo XXI es propio de mentes… dementes.

Por encima de todo la izquierda española, una parte de esa izquierda, protestaría contra cualquier cosa que sonase a España. Es un fenómeno extraño que no sucede en ninguna otra parte del mundo. Piensen en la Francia que arrolló Centroáfrica en el siglo XIX. No en el XVI, en el XIX. ¿Ven a François Hollande acongojado? ¿Anulará las celebraciones del próximo 14 de julio? ¿Ven a la izquierda de Gran Bretaña acomplejarse por la escabechina de indios en Norteamérica? No me imagino a la reina Isabel hablando de genocidio…

Y si nos referimos a los tiempos presentes… ¿se imaginan a Barack Obama deteniendo las celebraciones del 4 de julio, hablando de vergüenza nacional, echando pestes contra sus paisanos por… por la esclavitud, por el trato dado a los negros hasta avanzado el siglo XX, por tantos locos sueltos con armas en el armario, por sus policías de gatillo flojo?

No, no nos merecemos que nos timen, que se lleven nuestro dinero a Suiza, necesitamos meter en la cárcel a estos depredadores económicos y alguien que los contrarreste políticamente. Pero también necesitamos una izquierda civilizada, europeizada, consciente de nuestros errores y a pesar de ello moderadamente orgullosa de ser española, que no se cague en nuestra historia, en nuestra bandera, en nuestros hechos célebres. Una izquierda distinta de Ada Colau, de Kichi, o de Íñigo Errejón. O de Wlly Toledo, claro. Algo así como la izquierda finlandesa, la izquierda moldava, la izquierda japonesa o simplemente la izquierda de Botsuana.


Si pienso en los políticos que piensan que España no tiene motivo para estar orgullosa de su historia, me dan ganas de llorar.

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