Yo siempre he echado en falta que
la élite social española se manifestara políticamente sobre los problemas
españoles. En esa “élite” incluyo a todas las personas que tienen relevancia e
influencia en nuestra vida, sean intelectuales, cantantes, artistas de
variedades o funambulistas.
En realidad quienes se
manifestaban con frecuencia eran siempre los mismos y en la misma dirección.
Sabina, Víctor Manuel, Ana Belén… nunca han renunciado a sus ideas y con
frecuencia las han hecho públicas. No, no son las mías, pero reconozco su
derecho a hacerlas públicas y querer influir en la sociedad. Lo que no entendía
yo, aún ahora sigo sin entender, es que esa élite no fuese un reflejo de la
diversidad social, que pareciera obligatorio ser de izquierdas o algo tan
antiguo y pasado de moda como ser comunista, para ser de la élite social…
La realidad es que los personajes
públicos de izquierda no han tenido nunca complejo de proclamar sus ideas y
difundirlas, pero los de derechas, que los habrá en la misma proporción que en
el resto de la sociedad, parecen tener miedos y complejos que les impiden
desnudar su alma. La izquierda siempre ha tenido un afán propagandístico,
incluso apostólico, del que ha carecido la derecha, generalmente acomplejada y
con ganas de pedir perdón por pensar y tal vez por existir.
Acaba de decir Piqué: “No es mi
caso, pero un independentista podría estar en la selección española”. Creo que
no es verdad, pero ni estoy seguro de ello ni voy a pararme un minuto a
pensarlo. Me complace saber que no es independentista y rechazo muchas de las
cosas que su actividad pública, participación en el referéndum ilegal y sus
tuits incluidos, pero admito su derecho a decirlas y manifestarse públicamente
como es.
Incluso me da envidia, lamento
que otros jugadores del Barça y de la selección, muy seguidos y queridos del
público futbolero, no hagan pública su posición, que intuyo absolutamente
opuesta. Callan, es su derecho y pienso que su defecto, dejando así el campo
libre a los de una manera de ver las cosas, dejándonos creer que no hay más legitimidad
ni más opinión ni más legalidad que la que expone Gerard Piqué. ¿Solo? ¿Los
demás jugadores catalanes de la selección española, catalanes aunque solo sea
por domicilio, no tienen opinión? ¿Les da igual? ¿Tienen miedo o no tienen
opinión?
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