Palencia es una emoción:

19 abril 2018

Justicia para Castilla

Verán ustedes, amigos oyentes, llevo un tiempo queriendo contarlo en antena, pero lo urgente siempre ha sido enemigo de lo importante y …y bueno, esta vez va a ganar lo importante.  El caso es que cada cierto tiempo, me parece a mí que cada vez pasa menos tiempo, recibo una carta misteriosa. No misteriosa por su contenido sino porque no conozco a su reincidente emisor. Se trata de uno de esos centros que publicitan y venden por correo tradicional soluciones buenísimas, maravillosas y muy económicas para la sordera. 

Sí, para la sordera. Gracias a Dios y a todos los cielos no, no tengo ese problema.  Con la de otros pequeños inconvenientes  físicos que tengo yo y me vienen a hablar reiterada, pesada y machaconamente de la sordera. Pues no, ese no lo tengo. Mira que podían ponerse en contacto conmigo proveedores de flequillos artificiales…  o de rápidos y eficaces adelgazantes… o de vendedores de ufff… ¡¡¡tantas cosas!!! Pues no, el paisano de la sordera.  Una y otra vez.

Uno se lo toma a chunga las primeras diez veces. Incluso la primera vez hasta abres el sobre y todo… Luego naaaa, luego ya sin abrir se deja en el montón de lo inservible, de lo que alimentará la chimenea, de aquello que no sirve más que como estorbo. A ustedes les parecerá pequeño problema, claro. Pero es que todavía no les he planteado el meollo del asunto: ¿Cómo narices se ha hecho con mi dirección, de dónde narices la ha sacado esta institución absolutamente privada, absolutamente ajena a mi vida personal o profesional, absolutamente ajena a mis carencias físicas, repito, y por qué estimó oportuno mandarme sus repetitivas cartas a partir de una determinada edad y no antes?

¿Quién ha decidido darles mi nombre y dirección y quién ha decidido unirlo con mi edad? Porque los envíos, supuestamente enviados para cuidar mi supuesta sordera,  no se han producido cuando yo tenía cuarenta añitos…. No, no. ¿Por qué ahora, por qué insignificante detalle deducen que yo puedo padecer sordera? ¿Y de dónde han sacado el detalle? ¿Por qué no me enviaron hace cuarenta años un producto para solucionar mi galopante alopecia? ¿Quién maneja con total impunidad datos de mi vida privada y se los pasa de mano en mano? Bueno, digo, aparte de Facebook y Tuiter, claro. ¿Debemos aceptar estas tretas publicitarias, esta mercadotecnia abusona, con la misma naturalidad con la que en aquel anuncio aceptaban pulpo como animal de compañía?

Y luego están los del teléfono. Les doy mi palabra de honor de que no exagero. Hay una compañía de telecomunicaciones que, a raíz de unas obras que hizo en mi calle, me ha llamado no menos de diez veces. Diez, oiga. Diez. Y luego quieren que les contestemos amablemente, que seamos considerados y amables con las señoras que están al otro lado del hilo, que no tienen ninguna culpa y que seguramente estarán cobrando un salario de miseria. Pero es que, oigan, queridos oyentes, diez veces son muchas veces. Y eso que en prevención me paso siempre varias horas con el teléfono descolgado…. ¿Soportarían ustedes a un vecino, a un familiar, a un amigo muy muy querido que les llamase diez veces con la misma proposición? ¿No le enviarían ustedes a darse un prolongado paseo por ese maldito sitio donde tan mal huele? Bueno, pues conste que en consideración a las señoras con acento lejano y trasatlántico yo todavía no he contestado mal. Bueno, por eso y porque su voz me resulta dulce, melodiosa y espero que algún día alguna me ofrezcan algo más que una ventajosísima conexión a internet por un precio módico. Y mucho más interesante.

Y ya, les dejo, me voy a Aguilar a toda prisa, que no me quiero perder mañana el “Más de uno” de Onda Cero. Qué lujo. Y las Edades del Hombre… Mire, esto de las Edades no va a solucionar la ruina del campo castellano, que solo será salvado con un plan Marshall patrocinado por la Unión Europea o en su defecto por el Estado -al mundo rural castellano solo le salva una extrema protección política y económica similar a la que tienen las Islas Canarias, por ejemplo- pero algo ayudará. Nos conocerán y sabrán de nuestros tesoros y nuestra historia. Y si alguna autoridad estuviera interesada también podrían saber de nuestros graves problemas, de nuestras necesidades, de nuestras carencias, de la sinrazón que en comparación con otras tierras españolas se está cometiendo con Castilla. Es una ocasión única para pedir justicia. Para reclamarla. No, bueno, para exigirla. Pero no caerá esa breva.

Saludos, señores, hasta la semana que viene.

(Mi colaboración semanal con Onda Cero Palencia)

No hay comentarios:

Seguidores del blog

Otros blogs míos.