Palencia es una emoción:

04 julio 2018

España los prefiere independentistas


Nunca a ningún partido le sirvió de nada ceder a los chantajes del nacionalismo catalán. Ni a Felipe González ni al Aznar que hablaba catalán cuando interesó. Ni al Zapatero que prometió respetar el Estatut como saliera del Parlament. Ni a Rajoy ni a Saenz de Santamaría y sus buenas relaciones con Junqueras.

De nada ha valido callar ante el adoctrinamiento en las aulas durante decenios, ante la presión a los comercios que solo rotulaban en castellano. Porque los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.

De nada ha valido callar ante los desprecios del catalanismo a los extremeños, murcianos, andaluces. O castellanos, ...vistos como la encarnación del demonio. De nada sirvió callar ante las ofensas de TV3. Porque los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.

De nada vale callar ante la sociedad dividida, los amigos enfrentados, las familias rotas, las corales, las peñas, los excursionistas... De nada ha valido cerrar los ojos ante la realidad del nacionalismo. Porque los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.

De nada ha servido que Cataluña se haya llenado de fábricas para vaciar de gente Castilla. De nada ha servido colmar de infraestructuras de las que los demás carecemos. De nada ha servido arruinar al interior de España, esquilmar a los más pobres para enriquecer a los más ricos. Porque los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.

Pero los gobiernos, del PP al PSOE, han preferido siempre mimar a la mitad nacionalista que a los no nacionalistas. Ha preferido abandonar a los suyos para primar a los nacionalistas. Vuelve a pasar hoy.
Vuelve a pasar con el traslado de los prisioneros del golpe de Estado, vuelve a pasar con las cesiones de siempre, cediendo en los derechos de los no nacionalistas. Y los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.

El nacionalismo es paciente, sabe que tarde o temprano habrá un gobierno débil al que chantajear. Sigue en el desprecio, en la supremacía, en la superioridad ética. Incluso étnica. Entonces, ¿por qué España prefiere a los catalanes independentistas?

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