Palencia es una emoción:

10 noviembre 2018

Sánchez Primero de la Moncloa

Cuando la sociedad tiene un problema es necesario probar y experimentar políticas, modos y maneras nuevas. Si los resultados son positivos los gobiernos están legitimados para seguir adelante con ellas. En caso contrario se retiran. O deberían ser retiradas.

Por el contrario insistir en políticas fracasadas solo puede llevar al fracaso. Repetir conductas, actividades o métodos que históricamente se estrellan contra la realidad no va a cambiar el resultado: seguirán estrellándose contra la realidad: mismas acciones, mismos resultados.

En España tenemos pruebas de que el asentimiento continuo a las políticas nacionalistas no los aplaca, no los satisface ni los… “reeduca”, entiéndanme esta palabra en el más democrático de los sentidos. Aznar habló catalán en la intimidad cuando le convino. Zapatero prometió que “Madrid” aceptaría lo que saliera del Parlament cuando los catalanistas quisieron reformar su estatuto. Años después los catalanistas han viajado a un extremo ideológico sin sentir nunca colmadas sus aspiraciones, en ninguna república del mundo, real o fantasmagórica, existiría una clase política racista, clasista y excluyente. Quizá, no sé, en Burundi o el Congo. A pesar de lo cual Sánchez Primero se dispone a repetir la política de concesiones inútiles de sus antecesores.

Los fracasos educativos de España son evidentes, tanto los meramente instructivos como los formativos o más puramente actitudinales. Sufrimos un torbellino de leyes rápidamente sustituidas por otras leyes que serán rápidamente sustituidas por otras. Una y otra vez. A pesar de lo cual Sánchez Primero lo va a volver a hacer. Una nueva ley de Educación, que durará lo que la legislatura, nos amenza.

En esas leyes se ha ido eliminando paulatina e incesantemente las exigencias de trabajo, de nota o de respeto, facilitando la tarea de los alumnos menos destacados, igualando a todos en medida de los alumnos menos preparados. Se dejó de buscar y apoyar la excelencia, subestimándola. Incluso hubo un tiempo, recordémoslo, en que todas las notas se reducían a un “Progresa Adecuadamente”. Salvo unos enigmáticos símbolos “+” que señalaban los factores en que destacaba el alumno. Del clásico aprobado raspado al sobresaliente todos progresaban adecuadamente. Sin distingos ni diferencias, no se me fueran a “traumar” los más burros o menos esforzados, pobricos.

A pesar de los negativos resultados que están en boca de cualquiera, desde la barra del bar hasta las estadísticas más fiables, el gobierno permanece en la misma senda que ha producido resultados despreciados por todos. Ahora los alumnos que tengan un suspenso en el bachillerato tendrán igualmente el título. Como si hubiesen estudiado, como si hubiesen trabajado, como si se hubiesen esforzado. ¿Estudiar, para qué? Sánchez Primero de la Moncloa.

Repetir las mismas acciones una y otra vez conduce a los mismos resultados. Da igual el nombre, las ideas o la tendencia de los gobiernos.

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