La España vaciada es la prueba palpable de que las autonomías no han servido para lo que fueron concebidas. Son corresponsables de la degradación incesante que nos ha traído a este punto sin retorno. No, no hay que eliminar las autonomías, eso no lo quiere nadie menos cuatro iluminados, pero sí reestructurarlas, modificarlas y hacerlas útiles. Claro, sí, España, lo que es decir el Estado, es la principal responsable de esta decrepitud.
La cosa empezó con Franco. O antes. Cuando miles de obreros sin empleo en los campos de Castilla, Andalucía y otras partes de España tuvieron que buscarse las habichuelas y solo les dejaron la emigración como salida. En Cataluña, Madrid o el País Vasco. O en el extranjero. Porque las inversiones del Estado no se destinaron a
Y Castilla y Aragón, cofundadoras de España, fueron las principales víctimas de su propia obra por mor de las disposiciones oficiales. ¿Que el Estado quiere construir una factoría de coches SEAT? ¿Ponerla en Cuenca, en Palencia, Soria o Teruel? No, hombre, no, a Barcelona. Lo de Palencia o Valladolid lo dejamos a la iniciativa privada, a RENAULT, por ejemplo.
El problema es ahora tan grande que excede las competencias y las posibilidades de las autonomías, que no supieron reaccionar desde el momento de su creación; no es solo un problema de Estado, sino Europeo. Las víctimas han permanecido siempre calladas, con la cabeza baja, los ojos en el humilde suelo. Son los primeros responsables, esos partidos acomplejados que callaban por decenios ante sus ejecutivas nacionales, congreso tras congreso.
La España vaciada es la primera víctima, la más dolorosa, la más callada y resignada. Pero son también víctimas, casi siempre inconscientes, los millones de españoles que se hacinan en las grandes urbes y su periferia, víctimas son también todos aquellos que creen que se vive mejor en Sabadell o Hospitalet que en Cuenca. Lo son todos aquellos que creen que tienen mayor calidad de vida en Getafe, en Alcobendas o Leganés que en Soria.
La España vaciada clama este domingo lo que calló cobardemente, torpemente, inconscientemente, durante decenios. Solo ahora, que los restos electorales pueden ser claves, nos convocan, nos sacan a la calle. La solución, difícil, a muy largo plazo e inalcanzable ya para muchos no pasa tanto por las rebajas de impuestos a los pueblerinos, entiéndase esta palabra con todo el cariño y el orgullo posible, sino por colocar industrias donde no las hay, en que el Estado, traidor y culpable, invierta en infraestructuras donde no lo ha hecho en años y años. La supuesta bajada de impuestos por si sola no sirve para mucho si no va acompañada de puestos de trabajo. Para que no se vayan los que se van a ir, para que vuelvan los que se han ido.
Pero no, nada, nada, dejémoslo, nada se puede hacer ya, esto solo va de calentar un poco la actual campaña electoral. El futuro es de los Torra, de los Pujol y de los “eskarrikasko”. Ellos tienen todos los derechos, los demás hemos sido abandonados por un Estado traidor. Si España tiene que pedir perdón que sea a la España vaciada.
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