Palencia es una emoción:

12 octubre 2014

Es la fiesta nacional, imbécil

Soy crítico con España. Muy crítico. Hay cosas que no me gustan y me parecen impropias de un país evolucionado, justo y moderno. La crisis, por ejemplo. Las tarjetas negras, ésas que imbécilmente nos hemos empeñado en llamar “black” de políticos de derechas, izquierdas y centrocuentistas. Las cuentas en Suiza, los eres falsos, el sindicalista asturiano, el tesorero del PP… ¿Y qué me dicen de esos absurdos protocolos para médicos y enfermeros del ébola que les permite irse de vacaciones sin control ninguno? ¿No hay motivos para quejarse de España? ¿O de los políticos españoles?

Y sin embargo tenemos motivos sobrados para estar orgullosos de España… ¡Cómo resistimos la crisis, cómo la pagamos parados, funcionarios y pensionistas! Somos el primer país en generosidad como hemos demostrado con los trasplantes de órganos, trayendo a casa a nuestros misioneros enfermos de ébola o a montañeros y espeleólogos perdidos por el mundo.

E históricamente, cuántas veces hemos dado lecciones al mundo… si analizamos los hechos a la luz de los criterios éticos propios del contexto… Tenemos tantas razones para estar orgullosos de ser españoles como un congoleño, un danés o un norteamericano lo están de pertenecer a sus culturas, razas y naciones respectivas. Y sin embargo…

Los españoles, entre la dictadura y la memez intransigente de la izquierda, confundimos las dosis lógicas y humanamente comprensibles de nacionalismo con el fascismo. Llevas una banderita de papel en la solapa y te llaman facha. O esas pulseras, horteras y cursis, que se ponen algunos. Fachas perdidos todos. Digo yo si gente tan avispada, culta, inteligente, moderna, guay, preparada y megademocrática también llamará facha al colombiano que ama a su país, al cubano que está orgulloso de Cuba o al francés que canta La Marsellesa con emoción…

Y hablo, escribo, de un sentimiento natural y absolutamente humano, ese natural que nos lleva a amar la patria (¿Por qué a un español que habla de su patria se le mira mal? ¿Qué delito contranatura cometimos? Porque sí, porque nos parece lo natural, sin envolverse en la bandera ni en la tarjeta de crédito ni en la cuenta de Suiza… Hablo de que cualquier esquimal puede tener la bandera de Esquimalandia sin que le acusen de ser enemigo del pueblo o de la razón, pero tener la bandera de España sobre la mesa de trabajo es sospechoso...

Entre una derecha que tiene cuentas opacas, tarjetas opacas o que a la voz de España esconde sus pertenencias y una izquierda que tiene miedo de ser como sus hermanos europeos (¿Cuántas veces la izquierda ha escondido la palabra “España” sustituyéndola por “el Estado”?) y pasearse o manifestarse con la bandera de España nos hemos quedados huérfanos, de manera que el español se siente de su pueblo y de su provincia, quizá luego si le insistes te dice que es español… bajando los ojos y mirando disimuladamente a un lado, como si la cosa no fuese con él.

Pertenezco a esta Castilla que parió a España y está siendo deshecha por ella, amo a Castilla y por ella me siento español, aunque siempre rabiando cada vez que España premia a quienes la ofenden, la menosprecian o se intentan alejar de ella; pertenezco a una Castilla que está desaparecida en una España desagradecida y miserable con su madre, a una España que está dispuesta a negociar lo que sea con los separatistas, dándoles, una vez más, repetida, insistente, machaconamente, aquello que exigen aunque signifique negar y relegar a la inexistencia a su propia madre, su alma castellana.

Por cierto, ceder a las presiones nacionalistas se ha hecho desde el año 75. Con los geniales resultados que estamos comprobando. Si esto ha sucedido repetidamente desde hace cuarenta años… ¿quién nos dice que no va a volver a pasar con las nuevas cesiones que se preparan?


Soy crítico con España. Muy crítico. Hay cosas que no me gustan y me parecen impropias de un país evolucionado, justo y moderno. España y yo somos así, oiga.

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