Palencia es una emoción:

06 enero 2006

Podíamos aprender

Ahora que los papeles de Salamanca están irremisiblemente perdidos; ahora que Maragall, el de la doble moral, va a montar un guateque cojofiestonudo para recibir la parte del Archivo que se nos llevan; ahora que a los complejos y la debilidad del PSOE se une la torpeza, la ceguera y el partidismo del PP podíamos aprovechar los castellanos para ver cómo se consiguen las cosas en política y reclamar lo que es nuestro. Podíamos aprovechar para aprender.
Escarmentando se aprende, o la experiencia es la madre de la ciencia. Esta vez (gracias, Zapacero) la cabeza de turco la seguimos poniendo los castellanos, que a ver dónde nos metemos cuando las carcajadas de Carod y los vapores etílicos de Maragall lleguen hasta el Duero. Aprendamos de cómo se organizan otros para conseguir sus objetivos. ¿Qué tal si un día nos organizamos, nos inventamos un partido que agarre al Gobierno central por donde más duele y le exija que se nos devuelvan los tres millones de emigrantes que el Franquismo y la predemocracia nos llevaron? Echemos un vistazo a las guías telefónicas de Cataluña y del País Vasco: Hay más Pérez que Etxebaleta y más Campos que Castell. Que nos los devuelvan. A todos.
¿Qué hemos conseguido hasta ahora votando a los de siempre? ¿De qué nos sirve un PP que al final habla catalán en la intimidad cuando su amo se lo ordena? ¿De qué nos vale un PSOE entregado de pies y manos, pantalones en los tobillos, a sus centuriones romanos? En Castilla cada vez somos menos, más viejos y más pobres. Y encima padecemos un gobierno cuya existencia depende o no de que le voten Carod y Maragall. ¿Pues qué va a hacer el pobre Zapacero?
Porque quede claro que los dichosos papeles son ante todo un símbolo de la sumisión de una España a otra. Esos legajos que salen de Castilla no salen por justicia, sino por legalidad. Y la ley la hacen los legisladores con su opinión y su voto, que cambian cada vez que interesa adaptarse a la conveniencia o a los pactos. Porque son los pactos de Gobierno, las dependencias de un PSOE necesitado de votos, los que hacen que esa parte del archivo salga de Salamanca. Ésa, y no la salida en sí, es la ofensa. Ése es el daño. Podrá llegar el tiempo en que el Gobierno de España, del partido que sea, necesite los votos del PNV. ¿A cambio de qué? ¿Y qué pedirá CiU, pongamos, el día en que el PPSOE necesite de su apoyo? ¿Va a reivindicar menos impuestos para Palencia? ¿Que vengan más empresas a Villamuriel, que se construyan más autopistas en la montaña palentina?
No nos podemos quejar de lo que está pasando en política ni en economía. La culpa es nuestra, nos lo hemos ganado votando recalcitrantemente a quienes se ponen al servicio de otros. ¿Qué tal si un día nos organizamos y empezamos a reivindicar nuestra dignidad exigiendo por ejemplo que se investigue cómo salió nuestro patrimonio de nuestros pueblos y ciudades? ¿Qué tal si un día los castellanos nos inventamos un partido que responda a nuestros intereses (y a nuestros afectos, que no sea un calco de PNV o ERC) y que sea firme y exigente con el gobierno de todos? ¿Qué tal si un día Castilla exige a su Hija la deuda eterna de tanta sangre derramada en nombre de España, de tanto océano circundado en nombre de España, de tanto imperio conquistado en nombre de España, de tanta armada invencible derrotada en nombre de España, de tanto ciudadano exterminado, ahogado, expoliado y emigrado en nombre de España? ¿Qué tal si un día surge un partido que sin renuncia de su ser español reivindique los derechos que sólo arrancan quienes apechugan al Estado?
Juegan con nosotros unos y otros, a unos les servimos como granero de votos y a otros como excusa. Los ciudadanos de Castilla somos sumisos con el poder, cansinos en nuestra tozudez, entregados al poderoso, serviles y cabreados. Pero nuestro cabreo no toma cuerpo más que cuando nos atrincheramos en la barra del bar, fuera de ahí nos callamos, salvo quizá algún exabrupto cuando vemos el telediario.



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