Palencia es una emoción:

30 diciembre 2005

Historia e historias

A veces la descripción de lo que está pasando en un país no está en los grandes titulares de los periódicos ni en las megalómaníacas declaraciones, ampulosas y hueras, de sus políticos o grandes empresarios. A veces el alma de una sociedad queda reflejada en una colección de pequeñas noticias que describen en su conjunto la ruindad, la grandeza o la cotidianidad de sus miembros.
A veces, sólo a veces tal vez, hay que alejarse de las batallas de quienes nos contragobiernan para tener perspectiva. No sé si será que la Navidad, que nunca me ha gustado, me ha vuelto escéptico de repente o será algo que ya venía creciendo dentro de mí de manera latente hasta que ha llegado el momento de dejarse ver, pero esta semana he querido olvidarme de las dolorosas vicisitudes del pancatalanismo floreciente, del hipernacionalismo exigente y del radicalismo excluyente y he preferido fijarme en los pequeños titulares que nos retratan.
Tampoco hace falta rebuscar mucho, quizá basta con leer los periódicos con el ánimo crítico y escéptico que me corroe estos apocalípticos días, una vez superadas con sobresaliente cum laude las duras pruebas navideñas. ¿O no nos definen noticias como la del llamativo aumento de abortos en España? ¿No habremos educado a nuestros jóvenes en la irresponsabilidad sexual? ¿Y la historia del asesino (vale, sólo “presunto”) que había sido detenido y puesto en libertad quince veces antes de matar a un joven? ¿No es ésta una noticia de la que mil veces nos han dicho que no iba a volver a pasar pero que sigue siendo absurdamente recurrente?
¿O acaso no hay un retrato de la España más goyescamente negra en la hijoputesca información sobre el cabrito al que la Guardia Civil ha sorprendido en las montañas de Cangas de Narcea poniendo trampas para oso? ¿No es ésa la sociedad que se regodea en el dolor ajeno sólo porque ver sufrir y morir a los demás les resulta divertido? ¿Acaso no describe a la perfección que algo nos está pasando cuando una ¿persona? pretende utilizar el amor y la ternura como excusa para colaborar con ETA?
Los ciudadanos estamos escondidos en los pequeños titulares, sea en los grandes periódicos de tirada nacional o en los diarios regionales y de provincias, como éste que tiene usted, lector, ante la mirada. Quizá sobre todo en los regionales y de provincias que tienen por vocación fijarse en las cosas que ocurren más cerca del lector.
España no está tanto en la batalla del Estatut, ni en las declaraciones guerracivilistas de quienes en ello están interesados. Nuestra sociedad toma el tren en las estaciones de cercanías cada amanecer para ir a trabajar a la capital, o el autobús para ir al consultorio o al mercado de la cabecera de comarca y de paso poner la zancadilla al vecino que va a saltar un charco. O esquivarla, depende. España está en la coherencia de ese juez que ha dimitido porque no estaba por la labor de casar a homosexuales, pero también en la incoherencia de los legisladores que prevén cláusulas de conciencia en otros casos y no en éste.
Por mucho que el Rey diga que somos una gran nación, con una mala leche que ha pasado interesadamente desapercibida, y que se apoye en nuestra más reciente Historia, en realidad España es la que salió en la foto que Maragall tomó a Carod con la corona de espinas. Hay más idiosincrasia popular en las misas del gallo y en la inmensa borrachera en que se va a convertir nuestro país en 24 horas que en el Boletín Oficial del Estado. Nuestras gentes están las hemerotecas de los diarios de provincias más que en la Biblioteca Nacional.
A un pueblo le definen las historias, no la Historia. Al nuestro no le hacen los Príncipes de Asturias ni la Infanta Leonor invernando en las Islas Canarias. A nuestro pueblo le hacen esos niños que van a nacer en la nochevieja y que como todos los años van a servir como irremediable relleno de los primeros vacuos telediarios y las primeras hueras portadas del año nuevo.

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