Palencia es una emoción:

18 mayo 2006

AVANZAMOS HACIA ATRÁS

Que con quién me voy a meter esta semana me preguntan al pasar por los Cuatro Cantones, concediéndome una influencia que ya me gustaría tener, oiga usté. Pues no me voy a meter con nadie, pobrecito infeliz de mí, pero no quiero dejar de “meterme” con algunas cosas de Palencia, esa capital de provincia tan pequeña e insignificante que a pesar de que por sus inmediaciones transcurre una nueva autovía hacia Cantabria, importante y con gran futuro, no tiene un acceso a ella claro y próximo. A ver si en vez de vía de comunicación esa A-67 se convierte en muralla y frontera, a ver si en vez de unir y encauzar separa y aleja.
La crítica que al respecto publicaba este periódico el pasado martes en un extenso reportaje era clara y contundente, así como muy extraña en una autovía de tan alto coste, de modo que he querido buscar yo mismo la salida de la ciudad por esa vía rápida. Por esa pretendida vía rápida. No sé qué me resulta más sorprendente, si que desde la zona sur de Palencia haya que salir en dirección contraria, hacia Burgos, para encontrar el enlace más rápido, que no haya un acceso sencillo al casco urbano por el centro o que el acceso norte se haya llevado tan lejos de los límites de la ciudad. ¿Y por qué no se facilita un acceso desde el polígono industrial junto al que pasa?
De carreteras ya no me sorprende nada desde que nos colocaron a la salida de Palencia por la N-611 una rotonda en la que ha habido accidentes con llamativa frecuencia, accidentes que antes nunca se producían en ese punto. Nunca. Doy por supuesto, absolutamente, que esa rotonda era necesaria, pero algo no funciona cuando en ella se han producido accidentes una y otra vez. De las retenciones que causa cuando el tráfico es intenso..., mejor dejarlo para otro día. Alguien no ha hecho bien su trabajo, la culpa no puede ser sólo del conductor, no basta con que quienes conducimos tengamos toda la precaución necesaria, no basta con que la Dirección General de Tráfico nos asuste cada puente o cada vacación. Convendría además que nadie “fabricara” dificultades que antes no existían. Todo iría mejor.
Intentar llegar a San Cebrián de Campos o Rivas por la carretera N-611 de siempre, ahora que tiene menos tráfico, es poco recomendable para conductores poco expertos o fácilmente sugestionables. Porque las obras continúan a la salida de Monzón, sorprendentemente después de tanto tiempo con los trabajos parados en estos tramos de la autovía. Bueno, no es que continúen, es que las obras han empezado precisamente al abrirse la autovía. Al conductor que pretenda seguir este camino le esperan rotondas-trampa, provisionalmente señaladas con conos, escalones sorpresa en el asfalto y una mala señalización, una absurda prueba de fuerza para los coches y de buena suerte para los conductores donde antes no había más que una carretera franca. La cosa se asemeja a esos concursos en los que aparecen japoneses a toda carrera, desorientados, tropezándose, cayéndose y pegándose unos piñazos impresionantes para llegar a un sitio que no saben dónde está. Al final la autovía va a añadir un obstáculo más en las comunicaciones para estos pueblos. Líos, desvíos y desvaríos como para volverse loco, que en vez de simplificar la circulación la complican. Es preferible no hablar de lo que podría pasar una noche oscura o lluviosa. Que avanzamos hacia atrás, o sea.
Algún problema de mala previsión habrá que solucionar cuando ni siquiera está abierto el aludido acceso norte desde Palencia (insisto, tan lejos de los límites de la ciudad) lo que prolonga la duración del viaje según denuncian los concejales de Tierra Comunera en Frómista, quienes de paso califican de peligroso el enlace existente en este importante hito del Camino de Santiago. Y, como avisan con antelación de la posibilidad de futuros accidentes en él, habrá que preguntarse si alguien les va a hacer caso para que el tiempo no les de la razón. El problema, por más que pasen los kilómetros de autovía, parece repetirse, los enlaces.

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