Palencia es una emoción:

03 mayo 2006

ESTE BLOG QUEDA BOLIVIANIZADO

Yo comprendo a Evo Morales. En todo menos en que se llame Evo pudiendo llamarse como yo. Hasta entiendo que cuando uno es presidente de uno de lo países más pobres del mundo algo nuevo ha de hacer, todo menos seguir a sus corruptos e ineficaces precursores, para tratar de sacar a sus gentes de la absoluta indigencia.
Pero me temo que la ha cagado. Yo mismo iba a invertir unos cuantos millones de euros que he ahorrado de no usar la cisterna, como el alcalde de Londres, pero ya no me atrevo, no vaya a ser que después de tantos meses aguantando los pises en el váter me quede sin mis dineros. Igualito le ha pasado a Matías, mi vecino y amigo de toda la vida, que iba a invertir los tropocientos millones de euros que había ahorrado desde que dejó de ducharse. Y Maripili, la chavala esa del tercero que está tan buena, lo mismito. No sé de dónde lo habrá ahorrado, aunque lo sospecho, pero también iba a invertir mogollón de millones. Todos hemos dicho que no, que mejor nos lo jugamos a los ciegos, a ver si hay suerte. Pasa cuando sospechas que te pueden robar la cartera.
Así que nos hemos reunido los tres afectados, con unos platitos de jamón bien partidito, unas fuentes de gambitas a la plancha y un buen vino de la ribera del Duero. Para estimular las neuronas y encontrar en qué invertir, más que nada. Maripili en un aparte me ha sugerido que por qué no invertía mis millones en ella misma, que era una inversión muy segura y muy de fiar. Al principio me pareció muy buena idea, e incluso había empezado a idear cómo despistar a Misanta, pero la he desechado cuando he visto a Matías mirarla y sonreírse, mirarla y relamerse, mirarla y recogerse la babilla con la lengua. Por ahí no paso.
Así que me he cabreado y he puesto los pies en la mesa, como Aznar en Guasinton o Yórstaun, no sé dónde era. Y con gran teatralidad he encendido un puro, por mucho que Maripili protestara y dijera que se lo iba a contar a Zapatero (¿También Zapatero? -pregunté interesado). En acto de rebeldía he dicho que a partir ese momento me solidarizaba con Evo en todo menos en lo del nombre. Y en lo de los jerséis tampoco.
¿Cómo protestar –he empezado mi discurso con gran fuerza oratoria- de que los pobres se rebelen contra su pobreza? ¿Cómo no comprender que llevan siglos siendo rapiñados incansablemente por colonizadores, por sus propios gobernantes y por las multinacionales, colonizadores del siglo XXI?
¿Cómo admitir sin rebelarse que haya personas que no tienen para comer cuando la patria (En Bolivia a nadie se le llama fascista por sentirse boliviano, se lo he oído a un sindicalista muy radical que defendía la nacionalización) es tan rica? ¿Cómo admitir que las multinacionales sean cada día más ricas mientras los niños bolivianos mueren de hambre? ¿Por qué evitar que se transmita a la sociedad parte de los ingentes beneficios de las empresas? –Aquí paré para tomar aire, llevarme una gamba a la boca y echar una procaz mirada a la minifalda de Maripili.
¿Cómo dejar que esta situación –seguí, aún dudando de invertir o no en la vecinita- se eternice siglos y siglos, admitiendo que cada día los ricos sean más ricos y los pobres sean más pobres? ¿Es que acaso podemos permitir que además de putas tengamos que poner la cama? –Enseguida me arrepentí de esta torpe alusión, conste- ¿Quién va a ayudar a Bolivia? ¿Repsol? ¿Saben las personas que me escuchan cuál es la esperanza de vida en Bolivia? ¿Quién ha hecho algo por ellos en los últimos milenios? Aparte de Nicolás Castellanos y sus huestes palentinas, quiero decir.
Iba a proseguir hasta obtener la rendición por agotamiento de mi auditorio, pero vi a Matías dormido con plena satisfacción y a Maripili mirándome embobada, arrobada y embelesada. Le guiñé un ojo y dejamos solito al pobre Matías.
Que le den, me voy a invertir en Maripili.

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