Palencia es una emoción:

16 noviembre 2006

Las pistolas de la gendarmería francesa

Desde pequeñito mi papá me dijo que había que ser bueno y educado, ceder el asiento en los autobuses a las señoras (bueno, él me dijo “en el tren”, que estábamos en Venta de Baños), ayudar a los mayores a cruzar las calles, que no debía tirar piedras a los perros ni hacer pis en las esquinas y cosas así. Me enseñó a apreciar a mis maestros y a respetar a las fuerzas del orden público. Mi padre tenía cosas así de antiguas, tan pasadas de moda que ya no pintan nada en un mundo moderno y globalizado como el nuestro. Antiguo que era. Si sería antiguo que hasta fumaba. Bueno, fumó durante bastante tiempo unos puros enormes, pero adelantándose a su tiempo abandonó este nefando vicio bastantes años antes de su muerte, los suficientes para que nadie pudiera achacarla al tabaco, o sea que encima perdí la oportunidad de demandar a las tabaqueras y vivir como un marajá.
Pero qué quieren que les diga, esas cosas calan en una mente infantil cuando llevas oyéndolas desde que empiezas a romper cosas y te dedicas a poner zancadillas. A tus propias hermanas. Así que terminan por dejar un poso que te marca definitivamente. Yo siempre que me acuerdo cedo el asiento a las señoras en el autobús cuando cada navidad cojo la línea B para ir al centro, que es que no se puede aparcar en ninguna parte; nunca hago la broma de acelerar en vacío cuando delante de mí cruza la calle un anciano; ya no tiro piedras a los perros, tengo uno maravilloso de agua que es parte importantísima de mi vida; a maestros y profesores los respeto a tope por múltiples razones, especialmente porque son compañeros míos, y no como algún que otro desmadejado padre que se rebota porque castigan a su hijo.
Y, ¿qué quieren que les diga?, siempre he apoyado a quienes tienen la ardua misión de luchar contra los malos defendiendo a los que somos buenos. Así que comprenderán que hoy me haya levantado con el ánimo de apoyar a las Fuerzas de Seguridad del Estado en su lucha contra el terror. Es más, en un gesto de generosidad propia del hijo de mi padre estoy dispuesto a apoyar a la gendarmería francesa, que siempre he sido un tanto francófilo, ustedes me sabrán disculpar.
Porque me asombra que la policía francesa aún no tenga claro quién se llevó aquellas trescientas pistolas, qué le vamos a hacer, con lo experimentados y listos que son los policías galos. Para personalidades elementales como la mía no es fácil comprender que aún no tengamos noticia de los culpables, con la de años que llevan los gendarmes compartiendo con la policía española estos feos asuntos del terrorismo. Hasta, sólo por un instante, me siento tentado de desobedecer a mi padre cuando me decía “Piensa bien y no mires de quién” y empezar a sospechar que la policía, no sé si la francesa o la española, está terriblemente desorientada. O interesada, vaya.
Aunque quizá sea que los restantes cuarenta millones de españoles somos unos ciudadanos simplistas, seguramente guiados por la mala baba que ni padres como el mío consiguieron hacernos perder, que pensamos políticamente posicionados que no hace falta ser muy listos para saber que quien robó tantísimas armas en el sur de Francia fue ETA.
Así que voy a reducir su campo de investigaciones: YO NO HE SIDO. Lo juro. No me investiguen. Si hubiese sido lo diría enseguida, que a mí se me escapan los secretos con facilidad. Y además: ya las habría devuelto, que no sirven para escribir ni para enseñar al que no sabe, mis únicas armas en este proceloso mundo. Si no tienen más que verme: hay días que pongo más atención que otros a mi aspecto, pero en cualquier caso estoy a años luz de esa imagen afectadamente descuidada que dan los etarras que salen en los juicios pasándoselo chachi piruli, empeñados en convencernos de que no les preocupan los treinta o cuarenta años que les van a caer.Yo le aconsejaría que buscasen por el sur de Francia, piensen en alguien que las necesite para negociar o para dar mítines o ruedas de prensa. Pero convendría que los fueran encontrando ya, que vamos a pensar que a la gendarmería francesa le falta presupuesto para armas reglamentarias.

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