Yo no tengo ningún inconveniente en considerar al País Vasco una nación. Ninguno. Considero que un pueblo se convierte en nación cuando una mayoría tiene conciencia de serlo y se considera así. No sé si exactamente ése es el caso del País Vasco, pero si así lo fuera yo no tendría ningún problema en considerarlo como tal.
Pero en todo caso sería una nación enferma, muy enferma. Cuando en un pueblo ocurren las cosas que ocurren en el País vasco es que está muy malito y necesita ir con urgencia al doctor. Probablemente al psiquiatra.
Cuando ante la indiferencia de la mayoría hay una elevada cantidad de ciudadanos que sufren en su más elementales derechos debido a su ideología es que a ese pueblo algo le pasa. Cuando sus más importantes líderes se olvidan de defender en primer lugar la democracia y los derechos que conlleva pero sigue obteniendo el respaldo electoral de ese pueblo es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando unos hijos de puta asesinan, torturan, secuestran y acosan en nombre de la Libertad (¡de la Libertad!) y tienen el apoyo consciente de decenas de miles de ciudadanos que se solidarizan con ellos, es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando el miedo, lógico en todo ciudadano pacífico, se apodera de las calles, del ambiente y de la sociedad sin que nadie se atreva a hacer frente a los que queman autobuses o incendian estaciones de tren es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando un ciudadano, aunque estuviera poseído de toda la razón del mundo, quiere imponer sus argumentos con patadas en los testículos del rival y no es rechazado por sus compañeros de ideología, sino que es aceptado, protegido y apoyado es que se pueblo está enfermo, muy enfermo.
Yo no digo, ni harto de vino se me ocurriría, que el enfermo tenga culpa de su enfermedad. Pero está muy enfermo. Y no siempre lo sabe.
Pero en todo caso sería una nación enferma, muy enferma. Cuando en un pueblo ocurren las cosas que ocurren en el País vasco es que está muy malito y necesita ir con urgencia al doctor. Probablemente al psiquiatra.
Cuando ante la indiferencia de la mayoría hay una elevada cantidad de ciudadanos que sufren en su más elementales derechos debido a su ideología es que a ese pueblo algo le pasa. Cuando sus más importantes líderes se olvidan de defender en primer lugar la democracia y los derechos que conlleva pero sigue obteniendo el respaldo electoral de ese pueblo es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando unos hijos de puta asesinan, torturan, secuestran y acosan en nombre de la Libertad (¡de la Libertad!) y tienen el apoyo consciente de decenas de miles de ciudadanos que se solidarizan con ellos, es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando el miedo, lógico en todo ciudadano pacífico, se apodera de las calles, del ambiente y de la sociedad sin que nadie se atreva a hacer frente a los que queman autobuses o incendian estaciones de tren es que ese pueblo está enfermo, muy enfermo.
Cuando un ciudadano, aunque estuviera poseído de toda la razón del mundo, quiere imponer sus argumentos con patadas en los testículos del rival y no es rechazado por sus compañeros de ideología, sino que es aceptado, protegido y apoyado es que se pueblo está enfermo, muy enfermo.
Yo no digo, ni harto de vino se me ocurriría, que el enfermo tenga culpa de su enfermedad. Pero está muy enfermo. Y no siempre lo sabe.
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