Palencia es una emoción:

24 octubre 2007

La sobriedad es un estado accidental entre dos borracheras

Es lo que tiene Internet, que cuando te llegan los periódicos del día o cuando te dejas absorber por las noticias de la tele ya sabes de qué te van a hablar. En el caso del cafre que la emprendió a coces con una chica inmigrante en el metro de Barcelona todos los medios digitales ya habían registrado centenares de descargas cuando las teles empezaron a dar la noticia.

Así que me ahorré las imágenes y me fui a sacar la basura, que se me hacía tarde. Volví apresuradamente por la lluvia que estos días se ha empeñado en caer y que, dado que uno está desprotegido por la capa superior, molesta bastante. Mi tele estaba todavía con el mismo tema, ya habían pasado el video y entrevistaban al memo protagonista. El personajillo me llamó más la atención en ese momento que por las coces que había soltado veinticuatro horas antes. Me espeluznó el tono insolente con el que se dirigía a los periodistas, me horrorizó la bobaliconería y la estulticia supina con que argumentaba supuestamente en su defensa, me dejó de piedra la indiferencia con que admitía su comportamiento delictivo. Quisiera repetir sus palabras exactamente, pero, a pesar de que Misanta llamó urgentemente al 112, el equipo de reanimación no llegó a tiempo y cuando quise apuntarlas ya era tarde.

Decía algo así como “Estaba borracho y no sabía lo que hacía, acaso tú sabes lo que haces cuando te emborrachas?”, y se dirigía con estúpida soberbia a una periodista como si lo más normal del mundo fuese emborracharse, como si no pudiese comprender que la joven no se emborrachase día sí y día también, como si la sobriedad fuese un estado accidental entre dos borracheras. Y escupidas estas palabras se dirigió a un puñao de amigotes, de la misma pésima calaña que él, que desde la tapia de enfrente le hacía ostensibles señas de que acabase ya con aquellos pesaos que no tenían otra cosa que hacer que molestarle preguntando por su heroicidad. Porque entre la gentuza que aparecía en pantalla este bestia salvaje se ha convertido un héroe y entre litrona y litrona hablarán con admiración de su proeza mientras le dan palmaditas en la espalda.

Y hasta la próxima agresión, que estas gentes son incapaces de comprender que hacen daño y por lo tanto son incapaces de corregirse. Son fruto ilegítimo de un movimiento social que ha preferido olvidarse de la educación de los hijos, son la consecuencia de una generación que ha vivido ignorando voluntariamente las tropelías de sus retoños para no tener que corregirlos, para no tener que decirles “Hijo, no”. Una generación de estúpidos padres ha procreado jovenzuelos a los que nunca nadie les ha dado un no por respuesta, una generación de ignorantes que creía que no había que poner límites a los niños, que todo era válido. “Todo antes que reprimir” era el mantra que se repetían incesantemente padres borrachos de inconsciencia, beodos de ignorancia, ebrios de suficiencia, panda de bobos solemnes partidarios del “Hijo, vive y sé feliz”. O tal vez del “Bebe y sé feliz”, qué más da.

Por cierto, aspirante de caníbal, cerril mostrenco, estar borracho no es, no debe ser, una circunstancia eximente, sino agravante. Eximente puede ser la burrez, el salvajismo, la zafiedad, la ignorancia, la incultura, la personalidad selvática, el analfabetismo, la rudeza de carácter, la mala crianza. Esperemos que de ello no se entere tu abogado y te pases una temporada a cuenta de la Generalitat. Lamentablemente a tu víctima no le servirá de nada, pero el resto de la sociedad puede verse libre de tu agreste fiereza una buena temporada.
Que así sea.

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