Si usted es de los dos o tres lectores habituales de esta columna sabrá que no es la primera vez que utilizo este titular. Me sale solo, me lo pide el corazón en ocasiones como la de hoy, intento resistirme pero no puede ser, me brota de dentro y termina, aún no sé cómo, en la parte alta de la página en blanco de mi ordenador.
Los castellanos no pintamos nada en una España matricida que no quiere saber de nosotros, que nos discrimina, que no sabe dónde estamos en el mapa y que prima perpetuamente a quienes más la rechazan. Volví a pensarlo el pasado domingo, cuando todas las televisiones y todas las radios llenaban una y otra vez sus informativos con noticias de Barcelona. Toda la atención puesta en Cataluña y en aquellos que apechugan al Estado y lo retan permanentemente. Para España solo existen los que la ponen contra la pared, le ponen un cuchillo al cuello y le levantan la falda. Los sumisos, los mansos, no existimos. El Estado zapateril, como antes el aznariano, es débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
Como cultura los castellanos no pintamos nada, como no sea para hablar de la salvajada del toro de Vega de Tordesillas; políticamente no influimos nada; económicamente ni pinchamos ni cortamos; demográficamente no existimos, somos el culo del mundo. De España. De una España que no se acuerda de nosotros ni el 23 de abril. ¿Cómo se va a acordar si es el día de Sant Jordi, el día del libro y la rosa? Están todos en las Ramblas, nosotros no somos nada, no somos nadie. No hablarán de nosotros ni cuando nos hayamos muerto.
Ni nos merecemos tener el mismo AVE que sevillanos y barceloneses. Ah, no, a Palencia, no. A los palentinos les colocamos un tren de la Señorita Pepis y se callan, seguro, son palentinos. Y ni siquiera nuestros propios alcaldes, senadores o diputados protestan. Callan, no hablan de ello, no sea que nos enteremos. ¿Qué más da, si aquí aguantamos todo, si nunca nos quejamos? Nos engañan con las azucareras y no pasa nada. Nos cambian un tren de verdad por uno de cuerda y no pasa nada...
A mí me gustó el discurso de Don Vicente Villagrá el sábado pasado. Serio y reivindicativo, algo a lo que no estamos acostumbrados en tan conformistas tierras. Predicando en el desierto una vez más con el tema de la imprescindible estación de ferrocarril en el eje atlántico, clave para nuestro futuro, reivindicando nuestro derecho a tener trenes de primera categoría, casi como si fuéramos españoles de primera categoría, algo que nuestros sumisos políticos han olvidado, avisándonos de los peligros del soterramiento. Diciendo cosas que nunca dirán los políticos palentinos que dependen de los votos de los palentinos, tan demagogos a veces. Casi siempre.
Claro que es más cómodo, para RENFE, para el Estado, incluso para los palentinos dejar la estación donde está, pero eso significa quedar aislados del mundo comercial y económico. Quedar marginados. Fuera de la circulación. K.O. Que lo quieran los ciudadanos no significa que sea lo mejor, cuántas veces los políticos ejercen su “autoritas” para trasmitir a la ciudadanía lo que deben pensar. ¿O, por ejemplo, hacemos una encuesta sobre la pena de muerte después de un asesinato, después de una violación? Que lo quieran los ciudadanos no significa que sea lo mejor, claro.
Lo malo de Don Vicente Villagrá es que no pinta nada en España. Ni cantó “Els segadors” el domingo pasado, ni apechuga al Estado, ni propone un sistema de impuestos egoísta e insolidario, ni quiere privatizar el río Ebro a su paso por la provincia de Palencia, ni se levanta cada mañana pensando dónde dar una patada a Rodríguez y su Gobierno. Sólo reivindica futuro para Palencia y se atreve a decir que nos van a dar el timo del soterramiento, el timo de la estación y el timo del tren. Al final nos lo meterán por donde quieran. Aunque no nos quepa.
Y encima no va a llover lo suficiente este otoño.
http://www.pedrodehoyos.blogspot.com
Los castellanos no pintamos nada en una España matricida que no quiere saber de nosotros, que nos discrimina, que no sabe dónde estamos en el mapa y que prima perpetuamente a quienes más la rechazan. Volví a pensarlo el pasado domingo, cuando todas las televisiones y todas las radios llenaban una y otra vez sus informativos con noticias de Barcelona. Toda la atención puesta en Cataluña y en aquellos que apechugan al Estado y lo retan permanentemente. Para España solo existen los que la ponen contra la pared, le ponen un cuchillo al cuello y le levantan la falda. Los sumisos, los mansos, no existimos. El Estado zapateril, como antes el aznariano, es débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
Como cultura los castellanos no pintamos nada, como no sea para hablar de la salvajada del toro de Vega de Tordesillas; políticamente no influimos nada; económicamente ni pinchamos ni cortamos; demográficamente no existimos, somos el culo del mundo. De España. De una España que no se acuerda de nosotros ni el 23 de abril. ¿Cómo se va a acordar si es el día de Sant Jordi, el día del libro y la rosa? Están todos en las Ramblas, nosotros no somos nada, no somos nadie. No hablarán de nosotros ni cuando nos hayamos muerto.
Ni nos merecemos tener el mismo AVE que sevillanos y barceloneses. Ah, no, a Palencia, no. A los palentinos les colocamos un tren de la Señorita Pepis y se callan, seguro, son palentinos. Y ni siquiera nuestros propios alcaldes, senadores o diputados protestan. Callan, no hablan de ello, no sea que nos enteremos. ¿Qué más da, si aquí aguantamos todo, si nunca nos quejamos? Nos engañan con las azucareras y no pasa nada. Nos cambian un tren de verdad por uno de cuerda y no pasa nada...
A mí me gustó el discurso de Don Vicente Villagrá el sábado pasado. Serio y reivindicativo, algo a lo que no estamos acostumbrados en tan conformistas tierras. Predicando en el desierto una vez más con el tema de la imprescindible estación de ferrocarril en el eje atlántico, clave para nuestro futuro, reivindicando nuestro derecho a tener trenes de primera categoría, casi como si fuéramos españoles de primera categoría, algo que nuestros sumisos políticos han olvidado, avisándonos de los peligros del soterramiento. Diciendo cosas que nunca dirán los políticos palentinos que dependen de los votos de los palentinos, tan demagogos a veces. Casi siempre.
Claro que es más cómodo, para RENFE, para el Estado, incluso para los palentinos dejar la estación donde está, pero eso significa quedar aislados del mundo comercial y económico. Quedar marginados. Fuera de la circulación. K.O. Que lo quieran los ciudadanos no significa que sea lo mejor, cuántas veces los políticos ejercen su “autoritas” para trasmitir a la ciudadanía lo que deben pensar. ¿O, por ejemplo, hacemos una encuesta sobre la pena de muerte después de un asesinato, después de una violación? Que lo quieran los ciudadanos no significa que sea lo mejor, claro.
Lo malo de Don Vicente Villagrá es que no pinta nada en España. Ni cantó “Els segadors” el domingo pasado, ni apechuga al Estado, ni propone un sistema de impuestos egoísta e insolidario, ni quiere privatizar el río Ebro a su paso por la provincia de Palencia, ni se levanta cada mañana pensando dónde dar una patada a Rodríguez y su Gobierno. Sólo reivindica futuro para Palencia y se atreve a decir que nos van a dar el timo del soterramiento, el timo de la estación y el timo del tren. Al final nos lo meterán por donde quieran. Aunque no nos quepa.
Y encima no va a llover lo suficiente este otoño.
http://www.pedrodehoyos.blogspot.com
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