Palencia es una emoción:

14 diciembre 2007

Javier Bardem, incongruencia sobre dos piernas.

Javier Bardem, es español, vive habitualmente en España y sabe que puede opinar lo que le apetezca sin problemas y sin poner en peligro, no ya su libertad o su vida, sino su propia carrera profesional. Eso le pasa por vivir en Democracia, que puede opinar y decir lo que le dé la realísima. Es libre, y ser libre conlleva la responsabilidad. Aunque él no se dé cuenta, tal vez ni lo sepa.

Ser responsable no es fácil. Para serlo se exigen muchas cosas, entre ellas ser respetuoso, ser justo o mantener cierta coherencia, es decir mantener una actitud lógica y consecuente. Claro que Javier Bardem, a lo peor ni se da cuenta, ni lo sabe.

Una actitud lógica, coherente y consecuente es la de quien defiende lo mismo aquí o allí, en un momento o en otro. No es coherente, por ejemplo, defender a unos dictadores y no a otros, defender la democracia para unos y rechazarla para otros. No eran coherentes los Estados Unidos cuando defendían la democracia como el mejor sistema político mientras imponían dictadura tras dictadura en Sudamérica. No es coherente la izquierda española cuando tolera, disculpa o admite la dictadura castrista. Y ningún país del mundo es coherente cuando se encoge de hombros y mira para otro lado ante los desmanes de las dictaduras medievales islámicas o la no menos medieval dictadura China. Unos y otros son nece… imprescindibles en el conjunto mundial. Seamos sinceros, nuestro mundo político no es muy coherente, ni lógico ni consecuente.

O sea que Javier Bardem tampoco es un bicho raro, encaja a la perfección con lo menos bueno de nuestro mundo. Sabido es que tampoco es muy imparcial, ni equilibrado; demostrado está que ve antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio; conocidas son sus declaraciones que le alejan del equilibrio político… porque puede que sea un buen actor, pero eso no le concede más sabiduría ni conocimientos políticos que al resto de ciudadanos para liderar la opinión pública. Simplemente le da más eco. O sea, más responsabilidad, otra vez.

Porque Javier Bardem se ha ido a Cuba, qué envidia, para… ¿condenar la dictadura castrista? ¿Para condenar la falta de libertades de los cineastas cubanos? ¿Para lamentar la persecución de los homosexuales, la prostitución, el pésimo nivel de vida, que no se pueda salir y entrar libremente del país? No, Javier Bardem no ha condenado nada de eso, ni lo ha hecho ni se espera que lo haga, los Bardem han sido siempre progres y por lo tanto entienden, disculpan, admiten o simplemente toleran la situación de democracia sui géneris de la isla caribeña. Aunque nunca hubieran aceptado una democracia sui generis en España, faltaría más. Ah, no, para España no.

Javier Bardem ha ido a Cuba y ya de paso se ha soltado la melena pidiendo la cárcel para Aznar, Bush y Blair por la guerra de Irak. La guerra de Irak es esa invasión injusta, cruel, basada equivocaciones y en mentiras y engaños, por la que EEUU, con el apoyo de determinados mindundis como el presidente español de entonces, está ocupando dicho país y conduciéndolo al desastre.

Naturalmente Bardem pide la cárcel para estos jefes de Estado, elegidos democráticamente y que han abandonado o van a hacerlo, democráticamente el poder de sus respectivos países, pero no pide la cárcel para un señor que se mantiene en el poder machacando sin conmiseración a sus propios ciudadanos, un señor al que jamás en cuarenta años ha elegido nadie democráticamente, un señor que encarcela, fusila o expulsa del país a quien ose oponérsele.

Con lo que queda demostrado lo de la incongruencia de Javier Bardem. Pobre. Eso sí, encima que no venga a soltarme el mitin, a darme lecciones y a decirme cómo debo pensar y cómo debo votar.

Porque yo no puedo pensar ni votar. Soy cubano.

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