Todos los dictadores tienen los días contados, como cualquier mortal, claro. El caso es que todos se van por el desagüe, aunque no sea más que porque la muerte no distingue a los asesinos de los héroes. Castro ha empezado a decir adiós, Castro ha empezado a irse de Cuba, país del que todos quieren irse, aunque no a todos les dejen. Y eso es una buena noticia para todos menos para Llamazares.
Cuba es una anomalía en el continente de las anomalías, una dictadura en el continente de las dictaduras. Videla, Pinochet, Castro. Un exceso populista en el continente de los excesos populistas. Chávez, el belicoso y Morales el discreto seguidor de la misma senda por donde tantos populismos han desfilado. Cuba ha dado el primer paso para la democracia que es deshacerse de Castro. De todos los Castro, ése es el problema. Pero algo es algo, ya han empezado y con ellos la cuenta atrás del final de la dictadura ha empezado a desgranar sus cuentas. Eso le pasó al franquismo, que también intentó buscarse la perpetuidad en sus propias instituciones. Vanamente, claro. Como le pasará al castrismo en sus esfuerzos por perpetuarse en el poder, esfuerzo inútil. Adiós, Fidel, adiós, que te vaya muy lindo, que mejor le irá, a ver cuando empiezan, a los cubanos.
Videla, Pinochet, Castro. Existe en la izquierda española una imposibilidad metafísica de aplicar el mismo criterio de sanidad democrática a los regímenes dictatoriales. Una democracia asesina en Cuba no era lo mismo que una democracia asesina en Chile. Las muertes de las dictaduras de Pinochet y Videla son menos excusables que las muertes de Castro, viva la revolución pero sólo si es en nombre de la clase obrera, todo para el obrero pero sin el obrero. La izquierda española se la coge con papel de fumar para disculpar los crímenes de la izquierda. Aún tenemos en el Parlamento gentes que justifican los crímenes del comunismo, porque los asesinatos de sus dictaduras son asesinatos más disculpables que los otros. Pobre España.
Exactamente ése es el problema de la izquierda, de cierta izquierda sólo, que cree que unos muertos valen más que otros, que sus muertos son más dignos de lágrimas que los muertos de los demás. Que la libertad perdida en nombre de la revolución obrera tiene menos de lamentable que la libertad perdida en nombre de la patria o de la clases medias o de… La libertad quebrada es sólo libertad quebrada, aún Llamazares y sus airgamboys deben darse cuenta de ello para ser creíbles.
Castro se ha empezado a ir, olé, olé, y esto no es más que el principio del fin. Por muy atado y bien atado que haya dejado todo ya falta menos para que alguien, los cubanos por ejemplo, lo desaten, en eso los españoles tenemos experiencia. Para nudos gordianos el de Franco, señor Castro, y a pesar de ello lo desatamos.
Ya se ha ido un Castro, todavía queda otro pero le queda poco, el depósito de la esperanza cubana se ha empezado a llenar, al tiempo que se ha empezado a vaciar el depósito de la energía del franquismo, del castrismo, quería decir.
Cuba es una anomalía en el continente de las anomalías, una dictadura en el continente de las dictaduras. Videla, Pinochet, Castro. Un exceso populista en el continente de los excesos populistas. Chávez, el belicoso y Morales el discreto seguidor de la misma senda por donde tantos populismos han desfilado. Cuba ha dado el primer paso para la democracia que es deshacerse de Castro. De todos los Castro, ése es el problema. Pero algo es algo, ya han empezado y con ellos la cuenta atrás del final de la dictadura ha empezado a desgranar sus cuentas. Eso le pasó al franquismo, que también intentó buscarse la perpetuidad en sus propias instituciones. Vanamente, claro. Como le pasará al castrismo en sus esfuerzos por perpetuarse en el poder, esfuerzo inútil. Adiós, Fidel, adiós, que te vaya muy lindo, que mejor le irá, a ver cuando empiezan, a los cubanos.
Videla, Pinochet, Castro. Existe en la izquierda española una imposibilidad metafísica de aplicar el mismo criterio de sanidad democrática a los regímenes dictatoriales. Una democracia asesina en Cuba no era lo mismo que una democracia asesina en Chile. Las muertes de las dictaduras de Pinochet y Videla son menos excusables que las muertes de Castro, viva la revolución pero sólo si es en nombre de la clase obrera, todo para el obrero pero sin el obrero. La izquierda española se la coge con papel de fumar para disculpar los crímenes de la izquierda. Aún tenemos en el Parlamento gentes que justifican los crímenes del comunismo, porque los asesinatos de sus dictaduras son asesinatos más disculpables que los otros. Pobre España.
Exactamente ése es el problema de la izquierda, de cierta izquierda sólo, que cree que unos muertos valen más que otros, que sus muertos son más dignos de lágrimas que los muertos de los demás. Que la libertad perdida en nombre de la revolución obrera tiene menos de lamentable que la libertad perdida en nombre de la patria o de la clases medias o de… La libertad quebrada es sólo libertad quebrada, aún Llamazares y sus airgamboys deben darse cuenta de ello para ser creíbles.
Castro se ha empezado a ir, olé, olé, y esto no es más que el principio del fin. Por muy atado y bien atado que haya dejado todo ya falta menos para que alguien, los cubanos por ejemplo, lo desaten, en eso los españoles tenemos experiencia. Para nudos gordianos el de Franco, señor Castro, y a pesar de ello lo desatamos.
Ya se ha ido un Castro, todavía queda otro pero le queda poco, el depósito de la esperanza cubana se ha empezado a llenar, al tiempo que se ha empezado a vaciar el depósito de la energía del franquismo, del castrismo, quería decir.
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