Ahora ya empiezo a comprender por qué no consigo ser votante del PP por más que me empeño. De votar al PSOE hace ya mucho que dejé de empeñarme, aclaro para lectores apresurados. Porque dice una encuesta que a los votantes del PP les gusta más los toros, la siesta, las señoras rubias y el vino. Y claro, ahí no encajamos mi voto y yo, que soy un problema de adaptación. O de inadaptación, depende del punto de vista.
Los toros. Digamos que hubo un tiempo en que me entretenían, mea culpa, alguna corrida tengo yo vista por televisión. Pero ocurrió primero que terminé por aburrirme, que no les veía yo el interés por ningún lado. Ni la emoción. Se me hacía la cosa demasiado larga y monótona. Además en una determinada ocasión escribí un trabajillo sobre el Toro de la Vega, esa salvajada que cometen en Tordesillas cada año entre vítores y danzas, que me reportó un importante récord de visitas en mi blog, algo que me dejó muy marcado, porque ando escaso de éxitos y de visitas, claro, y porque informarme tanto al respecto me dejó demasiado sensibilizado con el dolor de los animales. O sea, que de toros paso.
Y de las rubias también. O al menos paso de que tengan que ser rubias necesariamente. Me gustan todas, con absoluta independencia del color del cabello, perdónenme y no se lo digan a Misanta, que maldita la importancia que tiene el color del pelo al lado de otros atractivos femeninos. Tienen para mí mucha más importancia las formas adecuadas y los tamaños proporcionados, en eso soy tan poco original como la inmensa mayoría del personal masculino. Eso si nos limitamos, como habla la aludida encuesta, al aspecto físico simplemente, que lo demás tiene mucha tela que cortar.
En lo que ya voy más de acuerdo con los simpatizantes de Rajoy es en lo del vino. Donde haya un buen vino que se quiten cervezas, güisquis y otras zarandajas extranjerizantes incompatibles con un cocido madrileño, pongo por caso, o una buena langosta. El vino es cuestión de cultura, mejor hablar de la calidad del vino y del vino de calidad que del vino de tetrabrik que es lo que todos los fines de semana “pone” a la parte más salvaje de nuestra jumentud, lo que demuestra su ignorancia y lo ineficaz de la educación que les estamos dando. Y aunque en cuestión vinícola soy un inexperto recién llegado, denme tiempo, que estoy dispuesto a aprender a base de experiencia. A este respecto se admiten recomendaciones. E invitaciones, conste.
Y siesta, finalmente. Reconozco que cuando la duermo me sienta bien, pero no la echo de menos cuando la actividad profesional me lo impide. Lo mejor de la siesta suele ser cuando uno no la duerme y se entretiene con asuntos más corporales y menos espirituales. Tiene el español plenamente admitido que uno de los mejores momentos del día para “eso” es la siesta. Después de un round con la pareja uno se levanta renovado por dentro y por fuera, como si las actividades amatorias le exacerbaran a uno los bífidus.
Visto así se comprende que no consiga yo votar al Partido Popular por más que se empeñe la Conferencia Episcopal. Tengo que reconocer que esta encuesta me ha aclarado la mitad de mis dudas, aún quedo a la espera de otra para saber por qué no consigo votar al PSOE. Zapatero y su plataforma de artistas trincones pueden ser una razón poderosa, claro.
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