Oigo demasiadas críticas a Carmen Chacón. A algunos les asombra que una mujer sea ministra de Defensa, pero si lo puede ser de cualquier otra cosa, ¿por qué no de Defensa? Cierto que verla pasar revista a las tropas con siete meses y medio de embarazo a cuestas es algo novedoso y sorprendente pero no más que cuando fue ministro un cegato de pies planos. ¿Se acuerdan de Narcís Serra?
Dicen que dijo lo que no debió de decir cuando no era más que una semidesconocida. Pero el otro día la oímos dar vivas a España y al Rey y ahora va a gobernar pensando en todos los españoles. Es bueno que catalanistas se impliquen en el total de España, que vean que hay vida más abajo del Ebro y que no nos comemos a nadie, que les dé una bocanada de aire fresco y jugoso y abran su mente. Observe el lector apresurado que no hablo de catalanes, sino de catalanistas, conste.
Y Chacón ha empezado mucho mejor de los agoreros esperaban: Se ha puesto su embarazo por montera y se ha plantado con un par de narices en Afganistán. Directamente al ojo del huracán, para reconfortar, alabar y elogiar a los soldados (españoles, no sé si hay que precisarlo) que están allí entregando generosamente su esfuerzo y su sangre. Que se vayan enterando de que una mujer les manda y que va a hacerlo con todas las consecuencias.
Carmen Chacón cogió su fusil con fuerza y decisión. Su inicio no ha podido ser mejor, por el bien general cabe esperar que no tuerza el rumbo.
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