Palencia es una emoción:

06 octubre 2008

La Noria, la mierda y “Violenta” Santander

Estoy plenamente convencido del poder que la televisión tiene entre toda la sociedad española, pero especialmente entre aquellas personas con una menor preparación, cultura o conocimiento. Desgraciadamente en España no ha habido relación entre capacidad adquisitiva y la capacidad cultural. Durante muchos años ha habido tal abundancia económica que muchas personas tenían más dinero del que sabían gastar. Así nos ha ido, así nos va y así nos está yendo desde hace unos meses por mucho que Zapa se empeñe en ocultárnoslo.

Las televisiones y los publicitarios lo han sabido, sabían dónde había dinero y cómo pasarlo de los bolsillos ajenos a los propios. Cuanto menor es la preparación de la masa más fácil es de manejar, más burdo puede ser el cebo que se le ofrezca para hacerle picar (¿o pecar?) en el anzuelo del consumo. A más zafio cliente, más basta ha de ser la carnaza que se le ofrece. Los programas “rosas” (me molesta llamarlos así, no es palabra suficientemente definitoria, suficientemente denigratoria) han cumplido esa ingrata tarea de enganchar a gentes a las que les quemaba el dinero en el bolsillo. No digo, por favor, que todos los programas de televisión deban ser documentales sobre la arquitectura gótica ni sobre las cebras del Serengueti, para todo hay un término medio y para todos, casi, debe haber productos en la televisión. Y sí, también soy consciente de los miles de personas cuya preparación y cuyo conocimiento del mundo hace todavía más indigno que vieran esos programas.

Se han ofrecido en nuestras televisiones montañas de excrementos humanos con la excusa de “experimentos sociológicos”, pongan ustedes que estoy hablando de grandes hermanos; han triunfado en nuestras televisiones montañas de excrementos humanos con la apariencia de periodistas del corazón, pongan ustedes que estoy hablando de quien ustedes saben; hemos presenciado en nuestras televisiones montañas de excrementos humanos disfrazados de interesantes concursos, de sugerentes informaciones o de divertidas comedietas, pongan ustedes que estoy hablando de “Escenas de matrimonio”.

Y así, con esta deriva hemos llegado en las últimas semanas a “La Noria” y a Violeta Santander, la barragana (Sí, ya sé que debería utilizar un circunloquio del tipo “compañera sentimental” para ser políticamente correcto y participar plenamente de los tiempos modernos, pero no me da la gana: barragana) del agresor de Jesús Neira, el profesor que pretendía defenderla.

Y ello está pensado para ganar dinero, unos y otros, los publicitarios, la cadena, el presentador y la tal Violeta, con la podredumbre humana, con el morbo de la agresión, con la posibilidad de que el agredido se muera cualquier día de éstos, ofreciendo a la susodicha barragana una inmensa plataforma publicitaria, que ya querríamos otros para mejores causas, para defender al sinvergüenza que la agredía en público y que casi mata a un ciudadano del que deberíamos sentirnos orgullosos.

Y todo ello en los tiempos de continuadas agresiones a las mujeres, cuando héroes ciudadanos como Neira prestan algo de altura y nobleza a esta chabacana sociedad, al que deberíamos imitar y estudiar como faro social en esa asignatura llamada Educación para la ciudadanía. Es la perversión de la realidad, del orden ético y de la calidad moral de la sociedad; se trata de convertir lo más zafio, chabacano, soez y pedestre del ser humano en algo digno de admiración, magnificado y engrandecido por cámaras y focos. ¡A cambio de dinero!

Uno ha observado atónito cómo la abundancia de dinero no se reflejaba en una mayor educación pública, en unos mayores compromisos individuales con la mejora social. Lamentablemente la actual marcha atrás económica no servirá para volver atrás en esta tendencia social hacia lo fácil, lo tosco, lo egoísta y lo desvergonzado.



España es “asín”.

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