Palencia es una emoción:

09 febrero 2009

El aeropuerto de Madrid: que no se llame Adolfo Suárez.

Estoy convencido de la importancia y trascendencia de Suárez en la política española. Creo que a estas alturas pocos, sólo los más sectarios, dudarán del valor de su herencia política y del alcance de su obra. El paso del tiempo, cuando hemos padecido dictadorzuelos democráticos de la escasa altura moral de Aznar y Zapatero, cada uno en su enanismo ideológico, cada uno en su sectarismo grandilocuente, ha engrandecido el valor de quien dirigió con gran acierto la Transición española, ese periodo en el que podíamos habernos partido la cara unos a otros y acabamos dándonos abrazos y palmaditas en la espalda y que sin embargo Zapa desprecia ahora. La enfermedad de Adolfo Suárez pone un punto de humana compasión en todos aquellos que observamos su decadencia.

Sin embargo haríamos bien abandonar la conmiseración por un enfermo al que tanto debemos. Cierto que probablemente España esté en deuda con Suárez, más aquellos que más cerca de él vivieron, más quienes más le combatieron, cierto que tal vez le debamos un homenaje, cierto que su familia debería recibir el calor de millones de ciudadanos. Sí, pero no debemos poner su nombre al aeropuerto de Madrid.

Los tiempos en que los políticos daban nombre a nuestras calles y plazas deberían haber pasado. Los políticos no son un valor universal que se respete y mantenga al paso de los siglos, antes al contrario. El valor de los políticos está siempre sometido al vaivén de los tiempos, a las fluctuaciones de la sociedad, a la subida y bajada de los valores que una sociedad un día enaltece y al otro desprecia. Los que ya tenemos algunos años hemos visto demasiadas calles, demasiadas plazas, demasiados edificios, demasiados arcos de triunfo en honor de valores que han dejado de ser considerados por la sociedad. Con Adolfo Suárez terminaría por pasar lo mismo. La Historia ya le ha colocado en el sitio que merece, o está en proceso de hacerlo. Homenajéesele, si se considera necesario, que seguramente lo es, pero no así.

Búsquese para ponerle un nombre a un aeropuerto el de cualquier persona que haya portado valores culturales, científicos o morales reconocidos por todos. La Historia de España está plagada de literatos, pintores, investigadores, filósofos y descubridores que son plenamente reconocidos por la sociedad entera. ¿Por qué no un aeropuerto “Miguel de Cervantes”, “Francisco de Goya” o “Calderón de la Barca”? La lista es interminable, seguro que los lectores tienen mil sugerencias que hacer. Adelante.
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PD En mi blog de Periodista Digital un lector habitual sugiere: ¿Qué tal ponerle "De la Cierva", el nombre del inventor del autogiro?

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