Palencia es una emoción:

09 febrero 2009

Renovación o corrupción

Les confieso que estoy deprimido. Siempre he sabido que los grandes partidos sólo son máquinas de poder, sus estructuras están pensadas para ganar elecciones, mantenerse o justificar su pérdida del poder. Ése y no otro es el fin último que los justifica y explica. Los partidos no están diseñados para trasformar la sociedad hacia un mundo más justo y adecuado. Todo por el poder y todo con el poder. Fuera del poder los partidos no existen, bueno, quiero decir que no tienen razón de existir. Por eso la corrupción que no nos deja, que nos acogota y devora.

Y eso ustedes lo comprueban cada mañana cuando acceden a las portadas de los periódicos o enchufan su ordenador a la web de un diario digital. Cuando el mal está extendiéndose y no hay manera de pararlo procede la amputación. En el caso de una democracia son los votantes los que deben amputar del cuerpo de la democracia aquellos partidos que pongan en peligro la vida social, política y económica. Pero todo el organigrama del Estado, sin embargo, está pensado para que esto no suceda. Nos guste o no vamos a tener que convivir largamente con la corrupción que devora las entrañas del PP, espías incluidos, y la corrupción socialista. Porque, no nos engañemos, lo del PSOE, lo de antaño y lo de Touriño, también es corrupción. O a lo peor lo de Touriño, por ser legal, sólo es una gran gilipollez, una memez histórica y una gran burla a los gallegos, a sus impuestos y a sus esfuerzos económicos por salir adelante. No será perseguible judicialmente, pero debería ser perseguido democráticamente.

A Rajoy le crecen los enanos, ¿cómo es posible que pueda ganar unas elecciones generales para gobernar España quien no sabe gobernar su propio partido? La inacción de Rajoy es prueba de su torpeza, de su ineptitud. Lo que los españoles le agradecerían que levantara las alfombras, que airease la sede de la Calle Génova y pusiese de patitas en la calle a tanto aprovechado que sólo busca egoístamente el beneficio propio y que perjudica sus posibilidades electorales, que mancha el nombre del partido y que arroja por la ventana las pocas posibilidades que ya de por sí tenía el PP de ganar a Zapatero.

Rajoy pasará a la historia como el peor opositor de España, nadie lo había tenido tan fácil para desgastar al gobierno, en medio de una gran crisis económica que los ministros encargados no saben cómo atacar. Pero el PP, quizá centrado en sus espías, quizá centrado en sus candidatos con dinero en las islas Caimán, no parece tener una sola propuesta que ofrecer a España, no tiene una alternativa al gobierno. No puede aplicarse el dicho de “nadar para morir en la orilla”. El PP de Rajoy no está nadando, morirá ahogado en el centro del río... porque está nadando hacia atrás.
Pero en el PSOE siempre han surgido también corruptos y sin necesidad de retroceder a la época de Felipe González. Y además ahora tienen a Touriño. Puede que su actuación no deba ser perseguida judicialmente, puede que no entre en los límites de la corrupción, pero entra en los límites del desprecio por sus gobernados, del encogimiento de hombros ante la que está cayendo, de la insolidaridad, del antisocialismo. Gastarse esos millones en el coche, en las sillas, en el cristal que se oscurece, en el suelo chachipiruli a tantos cientos de euros el metro cuadrado es de una supina ofensa al sentido común, a la lógica, a la coherencia y al catecismo socialista que predica la solidaridad con los más débiles y parias de la Tierra. Dice el PP que el PSOE trata de ocultar esto filtrando los documentos de la corrupción de empresas próximas al PP. Puede que sea cierto, pero es lo de menos. Lo importante, lo doloroso es que es verdad.


Por eso hace falta regenerar la vida política, recuperar la honradez y el altruismo como guía de la sociedad, como conducta a seguir por todos quienes intervienen en la toma de decisiones. Hace falta una limpieza general que se lleve por delante tanto político gastado, tanto político viciado, tanto político de mente estrecha, sectaria y egocentrista. La sociedad ha de reinventarse para no morir de enfermedades degenerativas, ha de renovarse para no pudrirse. El problema de esta endogámica sociedad partidista es que no parece existir nadie para poner el cascabel al gato. Y si aparece el candidato, carecerá de dinero, de apoyos en los medios y fenecerá.

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