Palencia es una emoción:

12 mayo 2009

Félix Romero, de Sidi Ifni a Salvador Dalí (II, La vuelta a casa y el éxito)

La vuelta a casa fue algo absolutamente imprevisible para los soldados, nadie les había avisado de nada. Simplemente les ordenaron montar sin más en un camión para ir al cuartel, allí les mandaron formar y a las tres horas se encontraban en el barco rumbo a Tenerife, sin más explicaciones. Era junio de 1959, aproximadamente. En la isla permanecen otros 15 días esperando, por si al marcharse los veteranos el enemigo volvía a atacar. Al final volvieron a Cádiz y de allí cada uno a su casa, Félix a la suya en Barcelona, donde llegó a las dos de la mañana. Es fácil imaginar la fiesta, pues no lo esperaban al no existir las facilidades de comunicación de hoy. Recuerda con cariño el año 26 de mayo del 2007 el cuartel del Bruch cuando todos los soldados catalanes de aquella quinta fueron homenajeados.

En este momento Félix hace una pausa en su relato personal y se acuerda de su padre, preso republicano y trabajador forzoso como encargado de obra en Lebanza, desde donde fue movilizado por el ejército “nacional” para ser llevado a la batalla del Ebro.

Pero dije al empezar que la vida de Félix Romero era una vida de aventura y toda vida de aventura tiene, además de malos ratos en los que sobrevivir es una heroicidad, otras épocas de compensación y de éxito social y profesional.

Tras varios meses reponiéndose físicamente de sus andanzas africanas empezó a trabajar a destajo en la construcción en Barcelona, hasta que en el 1960 y tras mucho empeño y sacrificio, levantó su propia empresa. Fue con otro palentino de Villanueva del Río, Arsenio García, ya fallecido, y su hermano. Compraban el terreno o lo permutaban por pisos, levantando miles de viviendas, algunas de menos de 200.000 Pts. en lo que entonces eran barriadas de los extrarradios y que hoy son el centro de Barcelona. Tras muchos años de esfuerzo y entrega le llegó el éxito económico y social, pero a pesar de que en Barcelona se ha codeado con la flor y nata de la ciudad se considera palentino por los cuatro costados.

Llegó a ser presidente del San Andrés, tercer club de Barcelona, Félix habla en primera persona de su club, “estamos celebrando ahora nuestro centenario”. Entonces el equipo estaba pasando un mal momento, había bajado a segunda B y los problemas económicos se multiplicaban. Así que Félix y cuatro amigos se encargaron de sacarlo de aquella situación. Recuerda orgulloso que es el único club que ha llevado siempre la bandera catalana en su uniforme, incluso durante el franquismo.

Buscando una solución a los problemas del club Félix escribió una carta a Don Salvador Dalí, diciéndole que el club deportivo San Andrés era el único equipo catalán que durante 70 años había portado los colores de Cataluña por toda España, con las cuatro barras de la senyera “y ahora que todo el mundo las puede sacar nosotros las vamos a tener que retirar porque no tenemos dinero”. Tener amigos comunes con Dalí, especialmente el pasante del artista de Cadaqués, le facilitó el terreno.
Félix recibió una citación de Dalí para conocerse en el hotel Ritz a primera hora de la tarde. Allí charlaron larga y amigablemente hasta que anunciaron la llegada de Ágata Lys, la actriz tan famosa en aquel momento. La reacción de Dalí fue continuar su charla con Félix: “No, no y no, esta mañana cuando me levanté a hacer pis barrunté que iba a ser un día grande para Cataluña y en aquel momento se me ocurrió pintar lo que voy a pintar al presidente del Sant Andreu”. Lógicamente nuestro palentino abandonó el lugar con la seguridad de que iba a obtener el cuadro. Era el 30 de septiembre de 1977 y Barcelona estaba engalanada, el Consejo de Ministros acababa de aprobar el reconocimiento de la Generalitat catalana y poco después Josep Tarradellas volvería a Cataluña.

Efectivamente Dalí pintó un cuadro para el club catalán que tituló “Gol” y en el que hay una pincelada morada en recuerdo al otro club de los amores de Don Félix, el Palencia. A raíz de este encuentro surgió una amistad entre ambos, de la que Félix conserva unas ochenta cartas con anécdotas del genial pintor de Cadaqués.

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