Palencia es una emoción:

21 agosto 2009

España es un país de HP

La primera cosa que recuerdo haber escrito es una redacción sobre la rueda. Yo tenía diez años y gané el concurso del cole en el que estaba. Posteriormente, un par de días, empecé a escribir mi primera novela. No pasó de las cuatro o cinco líneas y trataba de una diligencia que en una noche oscura bajaba a toda velocidad por un valle. No había decidido si iba a ser una del oeste o una de caballeros, la diligencia, o el carruaje, se prestaba a las dos cosas.

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Si les cuento esto es para contarles que la primera razón por la que escribo es porque me gusta, me divierte y me relaja. Y a veces me desahoga. Lo primero que publiqué en un periódico, hace ya quince años, fue un desahogo. Será que los desahogos relajan. Desde entonces siempre he escrito por estas razones. La escritura me producía placer como a otros se lo provoca el tabaco o una copa en una atestada discoteca un sábado por la noche. En su lugar yo escribo, es más barato.

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Empecé a escribir de política cuando no se me ocurrían otras cosas, desempolvar mi manera de ver la vida me parecía un acto de impudicia, de desnudo integral anímico. Reconozco que es un recurso fácil, los lectores son más agradecidos y entregados que cuando me meto con las rancias costumbres hispanas del hombre vacacionante, del hombre televidente o del padre maleducador. Simples ejemplos ya muy gastados en estos quince años dedicados a la prensa. Es mucho más costoso encontrar aquello que tanto me gustaba antes, un aspecto social rechazable, criticable y sin embargo extendido. Y al lector le mueve menos. Y provoca menos elogios y críticas, que es lo que me va.

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Reconozco que escribir de política es fácil y gratificante una vez que vences los miedos y el pudor. Al mismo tiempo, como ya he dicho, desembuchas tu alma y sueltas la mala leche, a veces revestida de ironía, a veces “a pelo”, que las situaciones por las que va atravesando España te provocan. Y además, mea culpa, mea culpa, en los últimos tiempos escribo para provocar a algunos lectores y reírme de ello. España es un país de Hinchas Políticos, de personas que depositan ciegamente toda su capacidad intelectual, todo su poder de análisis y de análisis en un líder y en un partido. Ay de ti como oses criticarlos. No vale nada de lo que digas como no sea un encendido elogio o al menos una aceptación sin discusión de sus principios ideológicos. Si el hincha político es alguien cercano a ti te persigue en el autobús, en el trabajo y en casa y no parará hasta convencerte de sus ideas. Cosa que nunca consigue, claro.

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Ya digo que en los últimos tiempos escribo en determinadas ocasiones para provocar sus iras, las cartas al director de los periódicos de papel en los que colaboro así lo atestiguan, las intervenciones de algunos posteadores de mis blogs (más hace meses que últimamente) demuestran que lo suelo conseguir, oportunidad de la que disfruto incluso anticipadamente, imaginando las burradas que van a decir unos y otros HP. Lo triste, lo negativo, lo lamentable es que escribas y a nadie le importe. Ay de ti como llegue ese día.

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Lo malo de los HP es que son HP a tiempo total, sin descanso, sin un intermedio para la publicidad que aprovechar para hacer un pis y una reflexión. Que de esto, reflexión, es de lo que más suelen carecer los HP, lo que les lleva a considerarte un enemigo irreconciliable al que batir en su propio terreno. Pobres, nunca observan aquellos artículos en los que vuelcas tu libertad y criticas a los otros. Las críticas a los otros pasan siempre desapercibidas, ¿por qué?, sólo perciben como heridas sangrantes y dolorosas las críticas que realizas a los suyos, no parecen tomar nota de los reproches que haces a los otros, lo que les lleva a la irritación, irritación que en ocasiones llevan al terreno personal. Pobres, ya digo.

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En centenares de trabajos llevo publicadas decenas de críticas a la colaboración, injusta, cruel y muchas cosas más en la guerra de Irak; he criticado la falta de iniciativa del PP, sus asuntos turbios de Valencia y Mallorca. Sus tejemanejes vergonzosos de los “autoespionajes” en Madrid. Pero también he apoyado las negociaciones de ZP con ETA, alabando su derecho y la oportunidad de intentar lo mismo que habían intentado otros presidentes. A los HP del PSOE les parece poco o nada, no parecen haber tomado nota de ello.

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A los HP del PP no les parece suficiente las críticas a la prolongación innecesaria de aquellas conversaciones tras las bombas de Barajas, no les importa las críticas a la improvisada política económica de ZP y sus parches para salir de esta crisis; los HP del PP nunca tendrán en cuenta las críticas a ZapaHuero o a ZapaCero ni las críticas a los Zapacejistas artísticos y sus pretensiones adoctrinadoras. Los HP del PP nunca tomarán nota de la amargura de mis críticas a las chorradas solemnes que han coleccionado algunos ministros, el tal Bermejo y la tal Bibiana de modo sobresaliente.

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Reconozco que me divierto provocando a unos y a otros, la parte más divertida del paisanaje nacional la forman los HP, todos exigen tu claudicación mental, tu entrega, tu sumisión, tu sometimiento, tu resignación.

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Van de culo, lo bien que me lo paso con ellos.

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