Palencia es una emoción:

07 octubre 2009

El faisán cantó a favor de ETA y luego nos reímos de Berlusconi

España tiene desde hace más de treinta años un grave problema que se llama ETA. Es, si hacemos excepción de la costosa, torpe e ineficaz política económica del Zapahuero y de la indiferencia de Rajoy ante la corrupción en su partido, la amenaza más grave que pesa sobre la democracia española.

Se supone por lo tanto que todas las fuerzas políticas, judiciales y policiales deben trabajar al unísono contra ETA, sus diversas formas y variantes, sus clones, sus ramificaciones y sus militantes y apoyos. Si una sola parte de este complicado engranaje estatal actúa por su cuenta, a su aire o, no digamos, en contra de las demás el esfuerzo de todos se va por el desagüe más próximo.

Las habilidades delictivas, sus esfuerzos, su larga experiencia y los errores del Estado hacen que ETA todavía esté presente en nuestras vidas, aunque no con la gravedad, insistencia y poder mortífero de hace un buen puñado de años. La labor efectiva y continuada de todos los gobiernos de la democracia, plagada de ofensivas y treguas de unos y de otros, ha llevado a ETA al atolladero donde la tenemos. Donde estamos, conste.

En la operación Faisán alguien dio un chivatazo a un presunto culpable, que impidió el éxito total de los trabajos. Alguien llamó al “Faisán” para advertirle de que no debía mantener una reunión proyectada con los jefes del aparato financiero de ETA porque estaba siendo vigilado. El chivatazo salió de dentro del Estado, de dentro de aquellos a los que pagamos para acabar con ETA, alguien nos traicionó. A todos. A todos los españoles. A todos sus compañeros. Al juez. A la Justicia. A España. A todos. Los chivatos son siempre traidores y merecen por ello el desprecio. Y las penas de cárcel que las leyes del Estado Democrático prevean.

Y sin embargo, ese mismo Estado, su representante el fiscal Javier Zaragoza, nos pide ahora que lo olvidemos todo, pelillos a la mar, que nos encojamos de hombros y echemos unas risas mientras, tal vez, nos fumamos un sabroso cigarrillo, eso sí, al aire libre. Seguimos sin saber quién dio el aviso traidor pero dicho fiscal propone que hagamos la vista gorda, que demos un paso atrás en la lucha anti ETA y hagamos como si no hubiera pasado nada.

Y luego nos reímos con Berlusconi y sus berlusconadas. ¿Si yo pido que el Carrión sea navegable me harán caso?

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