Palencia es una emoción:

23 octubre 2009

Gobierno atormentado, cambio de ciclo

En los equipos deportivos pasa frecuentemente, después de una serie de años de victorias gloriosas llega un año en que las cosas empiezan a no salir bien, los grandes triunfos no llegan y las tristes derrotas menudean. Entonces el club (el club, no sólo el equipo) se arrastra largo tiempo de manera penosa, compaginando las declaraciones estruendosas de sus jugadores con las promesas de regeneración de sus directivos y los desastres competitivos. Una o dos temporadas en el infierno de la vulgaridad no hay quien se la quite.

A mí me parece que está empezando a pasar con Zapa, le están creciendo los enanos y no lo digo por Solchaga, ni por Solbes, ni por Jordi Sevilla. Bueno, no sólo por ellos. Zapa nos está conduciendo de discurso demagógico en discurso retórico; de discurso huero en discurso vacío. Y los problemas del club España siguen después de tanto tiempo sin resolverse. Nos han regalado bombillas para ahorrar y sacarnos así de la crisis; nos han llenado de zanjas, vallas y obras pueblos y ciudades para sacarnos así de la crisis; nos regalan cientos de euros en las declaraciones de Hacienda para sacarnos así de la crisis; nos regalan dinero a espuertas para cambiar de coche y sacarnos así de la crisis. Pero seguimos, tanto tiempo después, en plena crisis.

Para ganar partidos en la liga nacional nos hablan de brotes verdes, que nadie ve a no ser que esté bien fumao; tratan de salir adelante en las competiciones locales con declaraciones altisonantes del presidente o de la ministra de Hacienda que enseguida son desautorizadas por otro ministro o por el Banco de España. Es un esfuerzo denodado y vergonzante por seguir arrastrándose por el lodo de la ineficacia.

En competiciones extranjeras… nos están dando en todos los partidos; cuando no es un organismo es otro, cuando no es una autoridad es otra; incluso preeminentes españoles, aún siendo miembros del PSOE, contradicen y derrotan por los campos de Europa a nuestros gobernantes que sin embargo no parecen sentir vergüenza, antes al contrario, algunos sacan pecho.

Cuando el club va mal se suele cambiar al entrenador, a veces la cosa es tan grave que sólo se sale de la gran retahíla de errores cuando se cambia la mayoría de la plantilla deportiva. Sin embargo, cuando la crisis es duradera y profunda, cuando ha crecido desde los cimientos hasta los despachos más elevados también se exige el cambio del presidente. Si no se toman este tipo de medidas la plantilla y el entrenador, y con ellos todo el club, degeneran en una especie de troupe ambulante de la que se burlan por todos los campos por los que pasan.

Si la decadencia se prolonga en el tiempo el club cae más bajo, da tiempo a que las burlas se tornen en lástima y los que un día fueron héroes legendarios quedan convertidos en desfiguradas sombras que arrastran sus vergüenzas por las ferias en las que una exigua bolsa de euros reclame su presencia.

Eso sí, luego recuperarse, volver al nivel perdido y codearse de nuevo con los mejores cuesta más esfuerzo, tarda más tiempo y deja más víctimas por los caminos recorridos.

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