Palencia es una emoción:

15 octubre 2009

Políticos Pijos

Por alguna razón me ha estado vedado militar en un partido. Eso no quita que tenga mi corazoncito, claro. Pero otra maldición me lleva a ponerle siempre en partidos minoritarios, mea culpa.

Sólo dos partidos de la pléyade de opciones políticas concitan la mayoría de voluntades españolas. Yo me siento rechazado por ambas seguramente porque nada me une a ninguna de ellas. El otro día, en una tertulia televisiva, un sindicalista jubilado me decía que el día que notó que era más lo que le separaba que lo que le unía a su partido se marchó. Pues eso, que no tengo que marcharme porque nada me une a PP ni a PSOE.

Sé que en la mayoría de mis últimas columnas las críticas van dirigidas al PSOE, y es fácil de entender por lo mal que está gestionando la crisis económica (¿Ah, ¿pero la gestiona?) y la crisis social a la que está arrastrando a los españoles. Pero hoy le toca al PP, ustedes me sabrán perdonar, y no es la primera vez en las últimas semanas.

Servidor puede apuntarse el tanto de haber anunciado en su momento que Rajoy no era la solución del PP, allá Aznar y sus aznaradas. La incapacidad de Rajoy queda demostrada cada vez que el PP entra en crisis, cada vez que surge un problema, cada vez que hay que tomar decisiones. Si ustedes me permiten, cada vez que el PSOE tiene problemas. Y no, no es un error. Escribo voluntariamente lo que acabo de escribir.

Porque con unos socialistas volcados en engañar a los españoles con los nuevos impuestos, por ejemplo; sumergidos en una dialéctica estúpidamente obreril y burlescamente marxista (de Karl, no de los hermanos, a pesar de lo jocoso); ofreciendo como solución a nuestros males de cualquier tipo más aborto, más píldoras, sexo y hedonismo; con los ministros dedicados a tapar los desafueros económicos de Zapa; con ex ministros a la fuga y con más de seiscientos asesores dedicados a improvisar soluciones… “ocurrentes” el PP tenía que sacar varios miles de urnas completas de ventaja a Zapatero.

Y no es así porque la corrupción corroe parte de la estructura del PP sin que nadie se dedique a arrancar de cuajo a esos chulos de corbata de seda, pelo engominado y mirada altiva. Llevamos semanas con casos de graves acusaciones de marranería interna mientras el PP se está dedicando a hacer el Don Tancredo. Las luchas internas del tipo “dimites tú, pero sólo un poco, o te ceso yo pero sólo un rato” y “Como me ceses tiro de la manta” han impedido salir a flote la alternativa que Rajoy debería colocar a los ciudadanos. ¿Cómo votar a un partido así?

La sensación de suspicacia, de “esto no me puede estar ocurriendo a mí” que están poniendo los ciudadanos votantes sólo puede ser semejante a la cara de incredulidad que se le debió quedar a Obama al ver a los querubines de Zapahuero. El ciudadano medio está contemplando absorto esta lucha pijotera por el poder entre amiguitos del alma, puteros King Size y gentuza militante o simpatizante del PP con los que nadie en su sano juicio se quedaría a solas en una habitación.

Que tras semanas de batallas internas, de declaraciones contradictorias, de regates verbales a la realidad, de sonrisas autocomplacientes y citas a ciegas en paradores de turismo perdidos entre Valencia y Madrid por fin alguien haya tomado una decisión, seguramente insuficiente, no sirve para aclarar nada, para calmar a nadie ni para enmendar los renglones que el PP ha sembrado de errores, perversiones y zancadillas internas. Cuando un cese ha costado más que un parto múltiple es que no es sincero. Así no vale.

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