Palencia es una emoción:

29 noviembre 2009

Pues Pinochet comulgaba

Soy católico practicante, ustedes perdonen. Y crítico, soy católico crítico, aunque no al estilo radical socialista de Bono, conste. Esto de ser católico últimamente vale para que le arreen a uno desde todas partes. Ateos, agnósticos, laicos, y anticlericales varios no necesitan excusas ni motivos ni razones, pero últimamente menudean también los que consideran que no eres suficientemente católico o no eres suficientemente pata negra y van y te sacuden. Hoy, sospecho, me van a dar por todas partes.

El caso es que Bono, a cuenta de la excomunión por el tema del aborto, tiene razón. No, no en lo del aborto, no a mi entender, pero sí en lo de Pinochet. Dice Bono que a Pinochet, con lo asesino que era de miles de personas le dejaban comulgar. Y tiene razón. Me parece.

Sí, soy católico aunque no se lleve o quizá precisamente porque no se lleva y siempre me ha gustado ir contra corriente, contra todas las corrientes. Y por ello me duele la situación a la que han llegado los seminarios, por poner sólo un síntoma del gran problema. La Iglesia, al humilde entender de este militante de base, hace mucho que dejó de lado a buena parte de los más débiles. Eso si hablo de la Iglesia como institución, no si hablo de multitud de sacrificados sacerdotes enclaustrados de por vida en parroquias rurales o en barrios pobres, no si hablo de una pléyade de sacrificados religiosos o seglares que pasan desapercibidos en la maraña social.

No voy a caer en la simple ordinariez intelectual de apoyar, como leí en Público en una ocasión, que el Papa debería vender el Vaticano para dárselo a los pobres, pero sí creo que la Iglesia debería haber defendido siempre a los más débiles, defendiéndoles con contundencia, publicidad y energía, y condenar a todos aquellos que bajo cualquier condición, con cualquier excusa y por cualquier motivo han abusado de la debilidad de los demás, condenándolos con radicalidad, sin clemencia y sin fisuras. Pinochet, y no sólo él, reunía méritos suficientes para que la Iglesia, de Roma a Santiago de Chile, le hubiera expulsado de sus filas en una sesión con banda de música, majorettes y confeti.

Hay multitud de católicos entregados personalmente, con enorme esfuerzo, sacrificio y valentía personales a luchar por los desheredados de la vida, ellos sin duda anhelan un acompañamiento de la Iglesia de Roma en sus desvelos. Hoy sin duda las víctimas más débiles y por lo tanto más necesitadas de defensa son los bebés no nacidos, pero las banderas que en su protección enarbola la Iglesia tendrían más seguidores, los seminarios estarían más llenos y las iglesias también si Roma fuese más coherente. Ya de paso la edad media de los sacerdotes no sería tan elevada y no habría tantas parroquias sin párroco.

Y ahora pónganme a parir, por favor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aprovechando este medio y como he hecho en algún otro; si molesto o es absurdo mi comentario, disculpen; la confusión y el astío me lleva a esto.

Adelantando acontecimientos, me gustaría tener (o que surgieran) opiniones (y sería de agradecer) sobre posibles alternativas a la hora de querer analizar algunas otras que pudieran haber en cuanto a personas; (preferiblemente, al margen de los partidos políticos, o mejor dicho, que esten militando en estos) preparadas para semejante tarea serias, honradas, dignas y amantes de un sistema justo, imparcial y equitativo.
Gracias por vuestra atención.
Fdo.: Un neófito en política pero sabedor de todas las injusticias, vendetas y corruptelas existentes en la política y afines y, que según mi humilde opinión nos llevan a una situación caótica.

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