Palencia es una emoción:

30 marzo 2010

Señores, me hago gay

Acabo de leer que Ricky Matin es gay. El nombre del paisano me suena mucho. Pero mucho, mucho. Muchísimo, o sea que debe ser alguien importante. Y se ha hecho gay; bueno, ya lo era pero ahora lo reconoce. Es guay ser gay. Supongo.

El caso es que yo quiero ser guay. Y si para ello me tengo que hacer gay me hago. Aviso a mis vecinos que vengan a verme y cuando sea la hora abro la puerta y salgo del armario. Lo del armario no acabo de pillarlo, pero debe ser guay y yo quiero ser gay. No, guay; aunque tenga que ser gay. No sé exactamente en qué consiste lo de ser gay pero si tanta gente hay por el mundo que dice ser gay es que debe ser guay. Y yo quiero ser guay.

A los gays todo el mundo les quiere, les acepta y les invita. Y les da palmaditas en la espalda y les ríe las gracias. Y yo quiero ser aceptado, yo quiero que se me tenga en cuenta, que me inviten a programas de televisión a explicar a la audiencia cómo me hice guay. Gay, quiero decir. Y explicarlo en el mismo plató que el señor que está enamorado de su madre, en el mismo programa multitudinario que la señora que se acuesta con su perro o que la anciana que rechazó a su madre cuando era una adolescente y ahora busca como loca alguien que sepa quién era y dónde vivía. Yo quiero se guay aunque tenga que ser gay. Como Ricky Martin.

O como tantos otros. La verdad es que antes no había gays, sólo había maricones y nos reíamos de ellos, lo que reconocíamos que estaba mal, pero teníamos disculpa, nadie nos había hablado de la homofobia y lo antidemocrática que es.

Yo quiero ser gay para salir a los escenarios y que me aplaudan y que me pidan autógrafos. Qué vida triste la de aquellos que se empeñan tontamente en ser normales, con lo que llamas la atención, con lo que atraes los flashes si eres guay. Gay. Yo hace tiempo pensé en hacerme guay para salir en las carrozas del día del orgullo guay con las hijas de Zapa, pero desistí cuando comprendí que el negro no me sienta nada bien. En realidad a mí lo que me va es el gris, el azul marino y los tonos beiges, pero aprovechando el hueco de mi salida del armario me voy a hacer un fondo de idem con chaquetas fucsias y lilas, pantalones rosas y sandalias de la tienda de los chinos (lo que sabré aprovechar para sugerir que son tibetanas).

Y quiero ser gay para que me hagan caso y llamar la atención del personal sedicente moderno. Como ya tengo un porrón de años me invento un incidente de represión en tiempos de la “Oprobiosa” y me labro un pasado. Para poder labrarme un futuro, conste. Que quiero decir que en realidad además de salir en las teles a mogollón de pasta por escándalo, además ser invitado en los círculos progresistas de la post-movida y ser el centro de atención de las revistas de peluquería yo lo que quiero es sacarle un rendimiento a esto del gay.

Que es a lo que vamos, la pasta, o sea. Todo por la pasta. Anda que no se me da bien a mí hacerme el Ricky ese, si se trata de salir en público, menear las caeras y caerle bien a todo el mundo para que te contraten en todas las ferias de los pueblos a eso me apunto. Antes cuando los maric… cuando los homosexuales éramos despreciados meterse a esas faenas era un riesgo, que en cualquier lugar salían los mozos del pueblo y te tiraban al pilón. Ahora ya no, ahora los mozos ya son todos progresistas, comprensivos y tolerantes, saben que nosotros somos el futuro, el progreso, la recta vía, el buen camino. 


Ahora los mozos sólo echan al pilón a los carcas, conservadores, fachas y otras alimañas que se están quedando descolgados de la evolución social que España está llevando a cabo gracias a la colaboración entre un gobierno social sexualista y unas series de televisión en las que en un claro intento de normalización democrática no faltan nunca una o dos parejas de mar... de homosexuales que den ejemplo de conducta políticamente correcta y vayan educando en la tolerancia y el respecto a los hijos de los fachas, católicos y otros cavernícolas que nos siguen mirando con recelo. Todo tiene su ritmo, pero llegará el día en que las juventudes democráticas de este país los persigan a pedradas y en medio de insultos generalizados y colectivos los arrojemos al pilón del pueblo.

 Para que escarmienten.

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