Palencia es una emoción:

04 abril 2010

Al hilo de la muerte de Seseña

Una adolescente acaba de morir, se supone que a manos de otra. Se llevaban mal, riñeron y, ya ve usted, una cosa llevó a la otra y acabó con una muerte violenta...

La paz del fin de semana, la holganza de un día de vacaciones y la serenidad de una mañana soleada me llevan a pensar qué estamos haciendo mal, en qué nos hemos equivocado con nuestros jóvenes. Sí, sí, ya sé que esto ha sucedido siempre, que desde lo de Caín siempre ha existido esta violencia, pero no me refiero a la muerte buscada por otro, no me refiero sólo a algo repetido desde que el hombre es hombre.

He detenido mi mente en un punto a mi modo de ver relevante, he detenido mi mente en el hecho de que ambas jóvenes habían quedado para pegarse, se habían citado para partirse la cara, no bastaba con la pelea previa que habían mantenido en un mercadillo, no bastaba con insultarse ni ponerse a caer de un burro entre sus iguales, en su particular mundillo, no bastaba con la enemistad pública y manifiesta, había que saldar las cuentas con sangre. O al menos con unas bofetadas.

No se me va de la cabeza que estas situaciones son (¿o eran?) absolutamente impropias de chavalas de trece años, que son más habituales entre "machitos", en ámbitos marginales próximos a la delincuencia, donde las ofensas se lavan con sangre, donde el honor lo tiene quien tiene más bíceps, más reflejos o más armas.

Nada más lejos que personalizar mis reflexiones en relación con lo ocurrido estos días, ni con la niña muerta, ni con sus padres ni con la presunta causante de la muerte, no alcanzo a sospechar cuál de las familias está sufriendo más. Hablo de nuestra sociedad, del mundo en el que vivimos insertos, en el que la violencia está alcanzando un prestigio en grupos sociales en los que antes no lo tenía. Quizá por derivación profesional mi principal preocupación se dirige a los más jóvenes, a quienes con frecuencia oigo expresiones de una enorme violencia como reacción excesiva y radical al menor estímulo, incapaces de soportar con suficiente cintura, con el más mínimo aguante y tolerancia, la más leve crítica por justa o injusta que pueda ser.

A nuestros jóvenes les educamos entre algodones, les protegemos, les mimamos y les libramos de todo esfuerzo, les brindamos una vida hedonista; las prohibiciones están mal vistas, los castigos están desprestigiados, los esfuerzos están casi desterrados; con frecuencia padres huyen de la entrega que les corresponde delegando en un sistema escolar desprestigiado, desorientado y que todavía no sabe a qué carta quedarse, a qué sociedad servir, si a la antigua sociedad conservadora y exigente, con los papeles sociales perfectamente delimitados, o a ésta nueva, de manga ancha, permisiva y en la que parece que todo vale, que cualquier cosa, opinión o actitud debe ser respetada, provenga de donde provenga, suponga lo que suponga y lo diga quien lo diga. ¿O no somos demócratas de toda la vida y por ello hemos de respetar, sin advertencias, prohibiciones ni castigos, cuanto suceda?

Pero perdónenme, todo esto se debe sin duda al exceso de tiempo libre, a la época vacacional, a que hoy ha salido el sol y es domingo de Pascua. Por cierto, feliz Pascua, lector, si esto no le ofende, que nunca se sabe.

1 comentario:

Detective - Criminalista DOWNER dijo...

En primer lugar dar el pésame a los padres de la niña. Luego ya....vienen las preguntas de rigor. Basándonos en lo leído, lo que se debería de hacer es buscar responsabilidades, agresiones en los colegios ocurren con demasiada frecuencia. Es del todo imposible que ni en el colegio ni en casa , los familiares, no se dieran cuenta de nada, y ya no te digo los compañeros de ambas chicas. Si lo hubieran tratado a tiempo o consultado con profesionales, esto quizás no hubiera ocurrido. No podemos cerrar los ojos en la formación de nuestros hijos, tenemos que empezar por ser mas responsables nosotros mismos. Es imposible tratar aquí toda la problemática juvenil, pero al menos si le da que pensar a algunos...algo habremos ganado.

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