Palencia es una emoción:

24 mayo 2010

"Apostolado" progre


Lo de ser progre tiene que ser cansado. Y distingo entre progres y progresistas. Los segundos siguen sus creencias personales y viven su vida con mayor o menor sinceridad y nos dejan a los demás en paz. Los progres son pesados, aburridos, insistentes y empeñados. Empeñados en convertirnos a su fe verdadera, joé. Es lo que tiene el apostolado, claro, que cansa mucho... al que lo padece. Se empeñan en convencernos o en imponerse. El problema de los progres es que se empeñan en ser apóstoles voluntarios de la laicidad, progresía y la corrección política. Y los demás somos su tierra de misión. De sumisión si no te dejas comer el coco, cosa que ocurre frecuentemente.
A algunos les pillas enseguida porque fallan por el lado de la humildad. Están tan convencidos de su verdad, de su doctrina y de su actitud vital que jamás se les ocurre plantearse la más mínima posibilidad de no tener razón. De no tener razón siempre. Antes al contrario, son orgullosos, altivos y ofensivos. Irradian su exceso de confianza, ese exceso que, generalmente producto de su inmadurez y sus complejos, les impide pensar “¿Y si los otros, (los malos, claro, los malos vecinos, los malos profesionales, los malos amigos) tuvieran un poquito de razón?”. Jamás hubo pensamiento más alejado de su mente que aceptar la más mínima posibilidad de estar equivocados. ¿Errados ellos? “Herrados los demás -piensan siempre- y Yo tengo llevarlos al buen camino, Yo tengo que salvarlos aunque no se dejen”. Es lo que menos me gusta de ellos, se creen designados por una Voluntad Superior para salvar el mundo de… de… de los que no piensan como ellos.
Arrasan, allá por donde van imponen por cataplines, a sangre y fuego, sus verdades peculiares. Imponen su religión obligatoria; con una mano en la espada y la otra en la biblia progresista obligan a aceptar su criterio único cual pensamiento monotemático y eliminan a los discrepantes. Los de la Inquisición eran unos ingenuos aprendices. Párvulos. Nenazas.
Porque dejan su camino regado de discrepantes, por ahí también les pillas. O abrazas su fe o te condenan a las penas de destierro, no eres aceptado en su paraíso y te torturan con el potro del desprecio. A Fray Bartolomé de las Casas le quería yo ver ahora defendiendo a  los pobres que se resisten al paso de las hordas “liberadoras”, esas hordas que te liberan… aunque tú no quieras.
Lo de ser progre tiene que ser cansado. Las veinticuatro horas ejerciendo de Don Perfecto Sinmácula; siete días a la semana predicando sus principios salvadores a cerriles humanos que no pasan por el aro; treinta días al mes expulsando de su paraíso progresista al osado que se niega a seguir sus postulados. Sinceramente no los aguanto... y me los encuentro por doquier. Peñazos.
Con Zapatero tienen la excusa perfecta, se ha pasado impertérrito dos años diciéndonos que no había crisis, que no pasaba nada, que estábamos en la champions esa, que éramos los mejores, que del ladrillo al cielo.  Se ha pasado dos años repitiéndonos su mantra: “¿Quién como yo?”. Hasta que le llamó Obama. Y entonces se le vieron los pies. De barro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ihjaaa, ihjaaa, ihjaaa.

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