Siempre he opinado que tele y prensa escrita, no sólo ellas, son un reflejo de la sociedad española. Si los programas de la tele son los que son es porque tienen público y publicidad, lo que no es excusa suficiente porque algo podrían implicarse en mejorar la sociedad en vez de aprovecharse de ella. Pues eso pasa con la prensa y el seguimiento que le están haciendo a Michelle Obama, señora de.
No sólo es que somos unos catetos, también nos pasamos generaciones amando y odiando, al mismo tiempo ambas cosas, a Estados Unidos, sin dejar de esperar nunca que Mister Marshall nos proporcione gratis et amore los garbanzos de mañana y de pasado mañana. España es “asín”, y siempre ha seguido con delectación (recuerden aquel “Vivan las caenas”) los pormenores de la gente con mucho poder. Me da rubor y mucha vergüenza ajena ver cómo decenas de playeros turistas se detienen por las esquinas a ver pasar a la dueña, sus cortesanas, (porfa, piensen que estoy utilizando “dueña” en castellano antiguo, no pretendía referirme a que fuera la dueña del mundo que lo es, con permiso de Cuba, Irán y Venezuela) y sus legionarios con pinganillo, tíos cachas de horas y horas de gimnasio mientras los demás andamos corriendo para pillar el autobús o para matasellar la póliza que nos piden en la ventanilla de enfrente.
El caso es que los periódicos nos dan lo que saben que queremos, así que no debemos quejarnos, sólo les falta contarnos cuántas veces va al excusado o se hurga la nariz. Si es que los poderosos no tienen un funcionario encargado de hacerlo por ellos. De momento nos están colocando las fotos de los vulgares paseos de una turista con mucho culo y, eso sí, mucho poder, aunque sea poder consorte, porque eso es lo que queremos ver, leer y seguir con fruición y asiduidad. El españolito agosteño quiere seguir las peripecias del obamesco culo hasta hartarse y si es necesario para ello incluso deja quemar la comida o abre un ojo durante la siesta. ¡Con lo sagrada que es para nosotros la siesta en agosto!
Los paletos no son la señora que sale babeando de emoción porque la dueña del mundo, ahora sí, se ha detenido cinco segundos ante su escaparate ni el periodista que le pone el micro delante o la cámara enfrente. Paleta es la España corderilmente sumisa, sumisamente ignorante e ignorantemente corderil que asoma la cabeza detrás de las esquinas de Marbella, Granada o Ronda para ver pasar el carnavalesco desfile del primer imperio. Paletos son los empresarios que pusieron aquella pancarta gigantesca al estilo de Buñuel para adorar puerilmente la peana de la supermana. Paleta es la España que se apelotona junto a las cintas de “Policía. No pasar” de la playa mediterránea en la que la pequeña Obamanita se baña. Paletos somos todos los que levantamos la vista del plato cuando la locutora empieza esa letanía ya cotidiana de “Hoy la familia Obama ha recorrido...”.
Paletos somos todos los que hablamos, escribimos o leemos sobre el enorme culo, esa plaza de toros ambulante, ese gigantesco Coloseo romano que Michelle Obama porta bajo su espalda allá donde acude.
1 comentario:
La actitud de esta Sra. Robinson me da vergüenza ajena. Dejar al esposo solo para su cumpleaños, viajar con aires de reina . . ..Lo mejor que podría hacer el inteligente y elegante Obama es divorciarse, porque esta Sra. le traerá comp`licaciones.
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