Palencia es una emoción:

20 agosto 2010

Shakira, la Belén Esteban hispana

Discúlpenme que hoy hable de uno más de estos personajillos baratos, frusleros e insignificantes que pueblan las televisiones del mundo. No siempre tiene uno ganas de escribir de cosas trascendentes ni agosto está para echar las muelas de cabreo por lo de Melilla, por las elecciones de no se sabe cuándo o por las declaraciones altisonantes de no sé qué personaje del que dependa buena parte de nuestro futuro. Hoy me apetece hablar de la Belén Esteban del mundo mundial, de Shakira.

Reconozco que llamarla “Belén Esteban” es un exceso con ganas de provocar. Esta mujer, además de estar de coge pan y moja, canta, seguramente muy bien, y baila, seguramente mucho mejor. Luego, al fin y al cabo trabaja y hace algo por la Humanidad. Lo que pasa es que soy demasiado mayor para gozar de sus virtudes y excesivamente amargado para disfrutar con sus frivolidades. A mí todas estas cosas me parecen futilidades y chorradas especialmente concebidas para distraernos la atención de una vida seria, trascendente y dedicada a cosas más elevadas. Llámenme talibán si quieren, que aunque yo no prohibiría la música sí pondría un impuesto especial a estos especímenes que viven de ese dudoso conjunto de notas y armonías que llamamos música ligera, pop o moderna, algunos de los cuales se las dan de intelectuales y por ello pretenden predicarnos su verdad e incluso remarcarla como verdad absoluta. A mí enchúfenme en vena una colección de música barroca y renacentista, alguna ópera y ya me doy por satisfecho.

Pero, ah, reconozco que el mundo necesita alegría y que ésta no viene precisamente con el gregoriano, pongamos, como banda sonora. Necesitamos a seres inanes como Shakira para que haya televisión en sus mil y una formas, variedades y programas, las veamos y hagamos de ellas, Shakira y la tele, el centro de nuestra vida. Necesitamos a personajes como Shakira para que nuestros hijos tengan espejos en los que mirarse y aprehender cómo ser vanos, intrascendentes, ligeros de cascos, intrascendentes, frívolos, fútiles y triviales. Y para que aprendan a meterse en las fuentes urbanas como la artista en cuestión o circular en moto sin casco y en general a saltarse las normas y reglas de convivencia. Todo un ejemplo para la juventud botellonera, acrítica, amorfa y cebollina que puebla nuestras calles.

¿Saben algo? Todavía hay quien se cuestiona si a esta señora hay que multarla por hacer lo que hizo. Nada, hombre, nada, ¿si ella lo hace por qué no puedo ir yo sin casco en moto, sin cinturón en mi coche o por qué no puedo bañarme cuando quiera y como quiera en la fuente de la plaza mayor de Matalascabras de Cerrato? 

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