De momento tres candidatos se van a presentar a las elecciones internas en el PSOE de Madrid, aunque sólo dos tienen posibilidades de llegar a enfrentarse con Esperanza Aguirre. El tercero es, de momento, el típico marginal que hace bonito, adorna puesto encima de la tele con el toro y la figurita de porcelana pero nada más. Pena, penita, pena, pretende nada menos, ingenuo, renovar el PSOE y eso sólo lo pueden hacer unas elecciones generales.
A todos los partidos, digo a todos, se les vuelve la boca agua hablando de democracia, libertad y de elecciones primarias... siempre que sean para otros. Zapa ha pretendido imponer a su candidata, la misma que ya perdió anteriormente, y cuando Tomás Gómez, que estaba ahí precisamente para enfrentarse a la presidenta madrileña, se le ha puesto firme, ha reculado y ha soltado por su boquita las habituales perlas de elogio a la democracia que antes había pretendido saltarse.
Estoy convencido de que no hay nada más antidemocrático que un partido democrático, consúltese la historia de este tipo de elecciones también en el PP, y de que el que se mueve no sale en la foto, algo que sólo dijo Alfonso Guerra pero hay muchos otros que lo piensan y lo callan bien ladinamente, sólo cuando se tiene la autoridad, moral y de la otra, que tenía el culto vicepresidente de González se puede ser tan cínicamente sincero.
Se llenan la boca partidarios de una y otro con bellas palabras de apoyo al propio y respeto al contrario pero lo cierto es que todos guardan las navajas bajo la mesa para cuando vaya llegando el momento oportuno. No es cierto que esas elecciones unan al partido sino que crean brechas que pueden no llegar a cerrarse nunca, piénsese en Hernández Mancha y Herrero y Rodríguez de Miñón. ¿Quién se acuerda de ellos ahora? ¿Alguien ha contado los palos que lleva soportados el PP de este último?
Los partidos son causa y consecuencia de la democracia y de la libertad, pero contradictoriamente ninguna de ellas tiene las cosas fáciles en el seno de organizaciones tan complicadas, con tantos intereses y, sobre todo, con tanto poder en juego. Hay que tener la piel de cemento armado y las espaldas de un titán para osar meterse en un juego del que necesariamente se sale mortalmente herido. ¿Qué queda de lo que fueron González o Aznar? ¿Qué quedará, cuando pase el tiempo necesario, de este leonés de sonrisa hierática e impertérrita caiga lo que caiga, pase lo que pase y se hunda quien se hunda? Sólo muñecos rotos, peleles en sentido etimológico.
Yo claramente soy partidario de Tomás Gómez, quiero que gane Tomás Gómez, mi voto para Tomás Gómez, que viva Tomás Gómez. España no puede permitirse que Bibiana Aido sustituya a Trinidad Jiménez en el ministerio de Sanidad. Sería un error que pagaríamos todos, retrocederíamos hasta la Edad de Piedra, mejor que ir al médico sería consultar a algún hechicero de una tribu prerromana y que convocara a los dioses de las fuentes, los ríos y los bosques. Las muñecas de porcelana están bien sobre la tele, con el toro y el marginal.
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