Palencia es una emoción:

16 enero 2011

Castilla en la España autonómica: deshacer y rehacer

Algunos llevamos quince años diciendo que esta España autonómica no funciona. El mismo Aznar que hablaba catalán en la intimidad o que se sometía a todas las peticiones de Pujol a cambio de unos votos acaba de manifestar: "Tal como está configurado, el Estado autonómico es inviable". Eso mismo, convertir España en un Estado inviable, es lo que ha hecho Zapatero cuantas veces ha convenido.

El Estado se ha sometido a las presiones de minoritarias conveniencias partidarias cada vez que interesaba egoísta o electoralmente al presidente de turno. Junto a estas sucesivas claudicaciones del poder central hemos de recordar todos aquellos reyezuelos autonómicos que se han negado a aplicar en sus respectivos territorios las leyes que el Gobierno impulsaba. O las han ejecutado modificándolas a su conveniencia. Los retos que últimamente se han lanzado a los más altos tribunales, amenazando con no aplicar sus sentencias, son sólo el último eslabón de una cadena que amenaza con destruir la legitimidad del imperio legal.

Si al cóctel añadimos la clonación de servicios ya existentes (¿realmente necesitamos un defensor del pueblo por cada autonomía y uno nacional?), el descontrolado derroche “multifuncionarial” más el desbarajuste de leyes y diecisiete burocracias no supone ningún mérito haber predicho que no íbamos por buen camino. Sólo la crisis económica parece sacar a flote lo que ya era obvio: Es necesario cambiar la España autonómica y reducir el tamaño de la Administración.
Sepulcro de Fernán González, primer conde independiente de
Castilla, Colegiata de Covarrubias, Burgos

Castilla, todas las Castillas existentes, son un perfecto ejemplo de la estulticia del desarrollo autonómico. A Castilla se la troceó en cinco autonomías por capricho de partidos nacionalistas, que lo pusieron como una de las condiciones para votar afirmativamente a la Constitución. En sus planes no podían admitir una autonomía central y fuerte que les hiciera contrapeso, que pudiera suponerles freno y competencia.

Por eso La Rioja, cuna -antes de hablarse de Valpuesta- del idioma castellano, fue separada y prefirió ser cabeza de ratón. Por eso Cantabria (Santander puerto histórico de Castilla, Reinosa, “Adelantada de Castilla en el mar”) fue separada, prefiriendo de nuevo de ser cabeza de ratón. Por eso al gran centro geográfico, económico y demográfico de Castilla –Madrid- se le impidió liderar una región de diecisiete provincias. Por eso se fabricó ex profeso una región-farsa, llegando a inventarse un nombre postizo, Castilla-La Mancha. Si el lector tiene suficientes años y suficiente memoria recordará a Modesto Fraile, de UCD, que intentó que Segovia fuera también autonomía propia y diferenciada del resto de Castilla o cómo Guadalajara quiso ser castellana y leonesa (qué horror de gentilicio).

Económicamente la unión de toda Castilla supondría la reducción de infinidad de gastos –no, no sería la única modificación que habría que acometer- y mayor fortaleza para España. A España no le conviene depender eternamente de las veleidades nacionalistas, a la espera de que los vientos soplen alguna vez en la dirección inadecuada. A España le conviene una Castilla que coopere en su gobierno, no que suponga trabas constantes.

Pero sin embargo España ha atacado permanentemente a Castilla, troceándola, olvidándola, permitiendo la emigración y la desindustrialización, así como el envejecimiento. Sin una inversión de ese proceso desintegrador, agresivo y destructor Castilla desaparecerá al permanecer al margen de las decisiones políticas, económicas y sociales. Castilla no pinta nada en un Estado autonómico autodestructivo, no se cuenta con ella ni sus opiniones importan. Castilla hoy es intrascendente en España y así les va a ambas, pues ambas se necesitan. Deberían mantener una relación simbiótica pero en realidad España está fagocitando a Castilla en beneficio de aquellos que la apechugan, la niegan y la someten a chantaje permanente.

No, no voy a negar la decisiva influencia de los propios castellanos, unos con su voto inmutable a pesar de las adversas circunstancias, otros, que ocuparon los más altos puestos del gobierno, (los dos últimos presidentes de España han sido castellanos, desgraciadamente) se olvidaron de sus raíces, de su pueblo y de su gente -Castilla siempre ha pensado más en España que en sí misma- y finalmente los gobernantes autonómicos de todas las Castillas siempre se han mostrado más pendientes de lo que sus comités ejecutivos en Madrid les pedían que de las necesidades de los castellanos.

Para la supervivencia de todos el Estado de las autonomías debe ser reformado; si los políticos castellanos estuvieran a la altura de nuestra historia aprovecharían la ocasión para unirse, puede que sea ahora o nunca, y apoyar la construcción de una nueva España en la que por fin se nos reúna en una autonomía de primera división, capaz, fuerte, integradora y aglutinadora, en la que seamos colaboradores y no rivales, en la que no se nos discrimine, en la que no haya comunidades con más poder e influencia que otras en lo político, económico o social.

La Generación del 98 fue acertadamente visionaria, ellos nos precedieron. Castilla debe liderar España, colaborar en la igualdad y justicia comunes, sin privilegios, sin chantajes, sin bajadas de pantalones. Claro que eso no interesa a radicales disgregadores ni a radicales uniformadores. In medio, virtus.


(Dicho de otra forma: liderar España para integrar, no para desintegrar)

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero León, Zamora y Salamanca no son Castilla ni lo han sido jamás. ¿Cuando nos quitaremos de una vez por todas al León de la sesera los castellanos?.

Anónimo dijo...

Lo mismo digo de los cántabros. En un tiempo pasado formamos parte de un Castilla antinatural, pero lo mismo pasó con Cuba y no creo que a ningún palentino se le ocurra reclamarla.

Castellanista dijo...

Pese a entender y obviamente apoyar la idea general de su texto (la unidad de toda Castilla en un mismo ente) no podemos pasar por alto, el alto y profundo aroma rojigualdo que desprenden sus palabras.

Que en vez de dar razones económicas, culturales, históricas, etc para la defensa de una Castilla unida, usted haga juego al españolismo más casposo y recalcitrante con su ataque a los nacionalistas vascos y catalanes para la defensa de la idea castellana, es algo que nos apena.

Por suerte, entre el castellanismo más jóven, el españolismo es algo cada vez más residual.

Un saludo y adelante por Castilla!!
¡Castilla unida y libre!

www.castilla-despierta.tk

Pedro de Hoyos dijo...

Señor castellanista: yo creía que al hablar de "Castilla dividida" hablaba de Castilla, sólo Castilla y nada más que Castilla. ¿Qué pensaba usted? Si hablo de una sola Castilla, ¿no cree que ya sobran las razones económicas, históricas o culturales en favor de su unidad? ¡Por favor!
Respecto a lo de españolismo... Ya hemos visto el juego democrático (¿o quiere usted otras formas de lograr sus aspiraciones?) que han dado el soberanismo, el independentismo y el herribatasunismo. ¿Se acuerda usted de la candidatura europea yendo de la manita batasunera?
Usted cree que puede imponer por cataplines sus ideas a los castellanos, pero los castellanos piensan como piensan, no como usted quiere que piensen. Conozca primero a su pueblo, al que pretende defender, y luego cambie, si sabe y puede, su manera de pensar. Los castellanos quieren ser castellanos y no batasuneros, lamentablemente para usted y su dictadura.
¡Hala, a escardar!

Anónimo dijo...

Es muy triste relacionar todos los nacionalismos (menos el español) con Batasuna para desprestigiarlos, muy triste.

Pedro de Hoyos dijo...

¿Quién ha hecho tal cosa? Yo sólo he relacionado una lista supuestamente castellana presentada a las pasadas elecciones europeas. Lea otra vez o vaya a clase de comprensión lectora. Una lista. ¿repasamos quiénes la componían? ¡A clases, oiga!

Pedro de Hoyos dijo...

Ah, por supuesto que también he dicho que el soberanismo no ha dado juego democrático en Castilla. Y lo mantengo a la vista de los resultados de las elecciones habidas hasta ahora.
(Y ya de paso menos anonimato y más dar la cara. Y el nombre.)

Anónimo dijo...

Leoneses y cántabros también piensan lo que piensan, algo que no parecen entender los castellanos amantes de inventar mapas.

Anónimo dijo...

Si alguien espera que el antiespañolismo crezca entre los castellanos, incluidos los más jóvenes... va de culo. Así les va en las elecciones ¿Tanto cuesta verlo?

Leo dijo...

¿Quieren defender a los castellanos? Que empiecen por pensar como los castellanos, no como los batasunos o como los de ERC. Cada uno tiene su propia clientela, la nuestra es Castilla y los castellanos, con su forma de pensar.

Anónimo dijo...

En líneas generales, los montañeses nunca se sintieron castellanos. Castilla siempre utilizó para referirse a las tierras al sur de La Montaña.

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