No hemos sido capaces de levantar otro mundo mejor. Este lugar lleno de sinrazones y corrupción lo llamamos “nuestro mundo” y decimos encogiéndonos de hombros que qué le vamos a hacer si las cosas son así. Partidos y otras organizaciones dicen luchar contra la injusticia desde hace siglos sin que al parecer haya mucho avance. La iniquidad nos escandaliza si ocurre en nuestro barrio o en nuestra ciudad, nos alarma si sucede un poco más allá y nos deja indiferentes si sucede en el país vecino. Eso sí, corremos a arrellanarnos en el sofá si el telediario amenaza con retransmitirla en directo. Sólo somos humanos con aspiraciones divinas. Conozco edificaciones de adobe en Tierra de Campos que están hechas de mejor barro que nosotros.
No, no es que hoy me haya levantado especialmente pesimista, sino quizá me he dado un atracón de realidad. Libia, sus dirigentes y su pueblo nos han puesto a todas las democracias ante nuestras contradicciones. La democracia vale para todos sólo si el dictador de turno está a punto de caer, mientras tanto el pueblo debe aguantar su miseria, sus ansias de justicia y sus aspiraciones porque necesitamos el petróleo, el gas o los fosfatos que nos envía el régimen que le tiene sojuzgado.
¿Quién hablaba de deponer a Gadafi durante las décadas en que su pueblo no levantó su voz, mientras nadie arrojó la primera piedra, mientras la sonrisa dictatorial ocupaba plazas y avenidas de Trípoli, Bengasi u otras ciudades? Pero si le recibíamos bajo palio, si entraba en nuestros palacios, si le colocábamos, sumisos y acobardados, su jaima allá donde su voluble voluntad deseaba. ¿Entonces los libios eran menos dignos de libertad y democracia que ahora?
Andamos, anda nuestro propio gobierno, divididos entre invadir o no invadir Libia, entre correr a gorrazos al líder al que tanto servimos, que tanto nos sirvió, o esperar a que caiga como fruto maduro víctima de su propio pueblo. Ahora Occidente se enfrenta cobardemente a su propia argumentación anterior. ¿Irak sí y Libia no? ¿Libia en 2011 sí pero en 2010 no? Quiero saber si los que apoyaron la invasión de Irak en busca de unas armas ficticias apoyan ahora la invasión de Libia, si quienes entonaron en tal circunstancia aquel estruendoso “No a la guerra” callarán ahora.
Por cierto ¿nos acordamos de China? En vez de preguntarnos qué pasará cuando China despierte tal vez deberíamos preguntarnos qué pasará cuando el pueblo chino despierte. ¿Qué actitud va a tomar Occidente? China no tiene excesos de petróleo para exportar pero tiene un golosísimo mercado de más de mil millones de consumidores. A lo mejor no es lo mismo.
No hemos sido capaces de levantar otro mundo mejor. Este lugar lleno de sinrazones y corrupción lo llamamos “nuestro mundo” y nos conformamos.
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