Palencia es una emoción:

21 marzo 2011

Por un Estado radicalmente laico

Otra izquierda debe ser posible. Porque sin la izquierda nada es posible, como nada es posible sin la derecha, ambas se necesitan, nos resultan imprescindibles, existen para controlarse mutuamente. Sin la izquierda la mujer seguiría en las cocinas y atada a la pata de la mesa, sin la derecha viviríamos en un paraíso idílico en el que la pobreza (¡La pobreza!) quedaría repartida entre todos, todos tendríamos de todo, muy poco, sin que fuéramos dueños de nada, ni de nuestra libertad.

Hemos de encontrar otra izquierda que no acepte que Cuba es el cielo en la tierra, un modelo a implantar en España, otra izquierda que no critique el capitalismo mientras da a luz en las clínicas más caras de EEUU. Hemos de encontrar otra derecha también, que no todo lo fíe en "el que más chifle, capador"; que entienda que es imprescindible un alto nivel de solidaridad social, que los impuestos deben redistribuir la riqueza y que no hay que fiarse de cualquiera que sepa mentir bien para entrar en una guerra injusta e ilegítima.

Pero hemos de encontrar otra izquierda que no sea como el presidente de Castilla-La Mancha, que no sea sectaria como Leyre Pajín o Bibiana Aido, una izquierda que no encuentre en la indefensión de los católicos un motivo para atacarles. Una izquierda que llegue a los extremos ridículos del presidente castellano manchego (Permítanme que me repita una vez más: ¿Por qué no inventaron también una Castilla-La Tierra de Campos o una Castilla-La Alcarria?) ... una izquierda que llegue a los extremos ridículos del presidente castellano manchego de cambiar el nombre de las “vacaciones de semana santa” por el de “vacaciones entre el segundo y el tercer trimestre”. Cómo sería la propuesta de ridícula, de obsoleta y apolillada que ya la ha retirado el hombrico, aunque ha dejado clara muestra de sus intenciones.


Necesitamos otra izquierda, ésta está obsesionada con la guerra civil, con el sexo (acuérdese de los talleres sexuales de Extremadura o de la web de la Generalitat catalana, entre varios ejemplos posibles) y con la Iglesia católica. No deben dormir los pobrecillos levantándose cada mañana sin haber echado abajo el Vaticano. ¡Jesús -con perdón, conste- qué obsesión! Que digo yo que qué tendrá eso que ver con la defensa de los obreros, de los parias de la Tierra y de la Justicia Social.

Sé que lo van a conseguir, que el pueblo español cree que es más moderno ser progre y apoyar las “vacaciones entre el primer y segundo trimestre” que “La Navidad”, algo que suena a apestosa religión, una antigualla franquista; el pueblo español, tantos años engañado a través de la historia, rechaza sus propias raíces y reniega de sus orígenes, ritos y tradiciones, tomando por objetivos más apreciables y defendibles cualquier disparate que lleve el marchamo de progresista, avanzado o anticlerical. Semos asín.

Aún me quedan propuestas e interrogantes: ¿Qué hacemos en un Estado laico con el Cristo del Otero? La propuesta progre sería derribarlo como los budas de Afganistán o tal vez meterle un ascensor y convertirlo en un maravilloso mirador sobre El Cerrato para los obreros palentinos; a la parroquia de San Pablo, una iglesia de reminiscencias templarias, bastaría con añadir “Iglesias” (coño, qué casualidad) y convertirla en sede del PSOE. Yo estaría encantado, conste, porque a la iglesia de San Carlos podíamos apellidarla “Marx” y convertirla también en un museo. De los horrores, claro.

Y si alguien cree que yo salvaría al PP por meapilas, eclesial, vaticanista o por tener militantes católicos, que vaya al médico o se informe mejor. Apenas quedan, tampoco. Pero ése no es el problema del que yo estoy hablando y cuya solución se llama Respeto. Tan sencillo.

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