Palencia es una emoción:

23 septiembre 2011

El “señor” Pérez Rubalcaba


Seguro que soy de los pocos antizapateristas que ha aplaudido hoy a Rubalcaba. Al señor Rubalcaba quiero decir. Corrigiendo al periodista ha corregido a muchos socialistas, si bien breve y levemente. Hoy, durante un largo rato al menos, el candidato socialista tiene mi apoyo. En estos casos siempre me viene la misma pregunta ¿qué dirían algunos si esto mismo lo hace o lo dice un... un... un “no progresista”.

Siempre me ha molestado el colegueo, nunca he aceptado eso de que “todos somos iguales”. No es cierto, no somos todos iguales. Todos tenemos los mismos derechos, sí, es gran verdad, pero no todos somos iguales porque no todos tenemos los mismos años, no todos tenemos los mismos méritos ni todos somos dignos del mismo respeto. El tuteo a todo trapo es consecuencia torpe y estúpida de esa visión simplista que los socialistas trajeron con la democracia confundiendo los derechos de todos con el colegueo inmisericorde.
Si se trataba de construir una sociedad igualitaria, equiparando al catedrático con el arriero, al maestro con sus alumnos y al ministro plenipotenciario con el analfabeto periodista el acierto fue total. El tratamiento de usted es una fórmula en trance de desaparición y los más analfabetos pacientes le dicen “oye, tú” a la pediatra de la Seguridad Social como si todos hubiesen estudiado lo mismo y sumado los mismos méritos en la vida, como si la educación se mostrase con coces y el respeto con desplantes.

Ha acertado el señor Pérez Rubalcaba exigiendo un mínimo de cortesía y respeto, quien le hablaba no era su “colega” (otra palabra degradada con su cambio de sentido) sino un desconocido que le demandaba el favor de una información ante decenas de cámaras y micrófonos. La cortesía exige fórmulas formales (sí, la redundancia es insistentemente voluntaria) que se deben respetar. No pido que los niños traten a sus padres de usted, como hacían mis abuelos, pero sí que los alumnos tengan en cuenta la autoridad de sus profesores, que los jóvenes consideren a los ancianos, que todos respetemos al guardia de tráfico y que todos apreciemos al alcalde del pueblo. Y para ello el tratamiento, la formalidad y una ligera etiqueta son muy convenientes. Que viva el señor Pérez. 

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