Escribir es una fiesta que durante unos cuantos minutos me libera de las
ataduras terrenales y me eleva a un estado próximo al nirvana. Cuando me siento
frente al ordenador, buscando el silencio y la quietud, desaparecen los
problemas y un aluvión de ideas pelean por llegar las primeras al teclado
marginando a las demás.
En realidad escribir este artículo semanal que está usted leyendo es una
batalla desenfrenada por hacer caber en el limitado margen de esta columna un
torrente verbal. Ésa suele ser la situación habitual... hasta hoy.
Porque esta semana ha llegado la hora de enviar este trabajo a la redacción
y me encuentro absolutamente cansado, deprimido, asustado y sin saber si debo
trasmitirles a ustedes lo que pasa por mi cabeza. Es abrir el periódico -éste
nuestro de toda la vida que tiene en sus manos, amigo lector- o encender la
radio o la tele y se me van a los pies las ganas de vivir, tal es la actualidad
que nos retrata la prensa.
Si ustedes tienen la fortuna de disponer de un capital con el que jugar en
Bolsa (Hoy por hoy la Bolsa es un juego tan peligroso como la ruleta rusa) o
son empleados, pequeños empresarios o funcionarios, espectro en el que entra la
inmensa mayoría de la población palentina, se aterrorizarán nada más poner los
pies en el suelo cada mañana. Y eso le corta a uno las ganas de escribir, de
vivir y hasta de tirar la pelota al perro. No hay nada más deprimente que la
actualidad, sólo si se escucha a los candidatos a las próximas elecciones le
entran a uno ciertas ganas de vivir.
Ya pueden hundirse índices bursátiles, ya pueden cerrar miles de empresas y
alargarse hasta el infinito las colas del paro, ya pueden cercenar los que
creíamos derechos irrenunciables, ya pueden caer satélites artificiales sobre
la Tierra, si usted escucha a Rubalcaba o Rajoy el futuro se vuelve algo más
tolerable. ¡La imaginación al poder!
Mira tú por dónde
he encontrado la solución a ese mal ánimo con el se levanta usted cada mañana:
nada como ignorar la realidad para ser feliz. Así pues he decidido que por las
mañanas dejaré la radio apagada, sustituiré el periódico por la biografía de
Rajoy y la tele por un vídeo con declaraciones de Rubalcaba y en un par de días
me habrá subido el ánimo. Ya les decía al principio
que escribir todo lo soluciona ¿Por qué amargarme el día si escuchando a Rajoy
y Rubalcaba desaparecen los problemas? ¡Vivan las elecciones!
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